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El cubismo pionero y fugaz de María Blanchard brilla en la casa de Picasso Monday, 29 April 2024


El museo malagueño reúne 85 obras obras de la ‘maltratada’ pintora cántabra que ‘huyó’ a París para no volver a España. Varias de las obras reunidas por el comisario José Lebrero no se había expuesto antes


Miguel Lorenci

Miguel Lorenci

Málaga

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Lunes, 29 de abril 2024, 13:49

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María Blanchard (Santander, 1881- París 1932) es la gran dama del cubismo español, por más que en su oscilante carrera retornara a la figuración. ‘María Blanchard. Pintora a pesar del cubismo’ se titula la muestra que el Museo Picasso de Málaga abre este martes para liberar de fantasmas, demonios y malentendidos a la relegada figura de esta pintora cántabra, maltratada en España, consagrada en París, que se negó a regresar a su país y forjó un estilo reconocible en apenas veintena de años de carrera.

Es una retrospectiva con 85 piezas entre óleos, pasteles y dibujos, algunas nunca expuestas, que el museo malagueño ofrece hasta el 29 de septiembre. Comisariada por José Lebrero Stals, recorre en orden cronológico todas las etapas artísticas de Blanchard, -María Gutiérrez-Cueto en su pasaporte-, una de las grandes e incomprendidas creadoras españolas del siglo XX. Con su afán experimentador y su dominio técnico, esta cubista de primera hora se ganó el respeto de sus contemporáneos en París y se convirtió en una figura de referencia del movimiento del que luego se apartó.

En apenas cinco años de cubismo experimentó con la fragmentación y las múltiples perspectivas un sus osadas y singulares composiciones y «contribuyó de forma muy notable», destaca el José Lebrero, director hasta el año pasado del museo malagueño e impulsor de la muestra.

Pone de relieve «la riqueza simbólica, el compromiso social, la complejidad formal y el carácter innovador propios del trabajo de Blanchard». Una labor que «sin duda no fue suficientemente valorada en un contexto cultural que entonces creía en la inferioridad femenina artística». «En 2024 hay aún suficientes motivos para insistir, una vez más, en mostrar en detalle su obra, exponiéndola de nuevo casi cien años después de su fallecimiento», dice Lebrero.

Comprometida con su particular modo de vivir y crear hasta el final, Blanchard trascendió los estereotipos de género. Se marchó en 1909 a París para estudiar con Hermén Anglada i Camarasa, María Vassilieff y Kees van Dongen. Se codeó allí con Picasso, Juan Gris, Braque, Diego Rivera o André Lothe, que la acogieron en el grupo de los vanguardistas y valoraron su talento en un mundo masculino. En Francia obtuvo el reconocimiento que se le negaba en España.

Como Frida Kahlo, la grave cifoescoliosis que deformó su espalda marcó su vida. «Su paso por el cubismo produjo las mejores obras del movimiento, aparte de las de Picasso», dijo de ella Diego Rivera, genial pintor mexicano a quien Blanchard amó sin ser correspondida. Su fase cubista es la más cotizada y supone casi la mitad de la muestra, casi 40 obras.

«La combinación de elementos geométricos y una hábil simultaneidad de puntos de vista, dan un carácter único tanto a las composiciones más abstractas de su primera época como a sus composiciones figurativas poscubistas, realizadas a partir de 1920», dice el comisario.

Femenina

Su repertorio temático de maternidades, escenas domésticas, niños o mujeres trabajadoras, «refleja una sentida preocupación femenina por la vulnerabilidad de la condición humana y el poder evocador de las emociones». Unos aspectos que enfatiza con un impecable dominio técnico y un evidente interés por la historia y la tradición de la pintura europea.

Una de las estrellas de la muestras es ‘La Boulonnaise’ (’La boloñesa’) un lienzo pintado por Blanchard en 1922 y cuya compra por parte del museo del Prado hace tres años reactivó la vieja polémica ante la posible vulneración del decreto que estableció 1881, año del nacimiento de Pablo Ruiz Picasso, como difusa frontera entre las colecciones del Prado y el Reina Sofía.

Blanchard es una figura «esencial» para el Reina Sofía. Con 15 obras de la pintora cántabra en su colección, el museo dedicó en 2012 una gran retrospectiva a Blanchard comisariada por María José Salazar y coeditó el catálogo razonado de sus obras -memos de 500- en el que no figuraba ‘La boloñesa’. El Prado la adquirió por 70.000 euros gracias a la herencia de de Carmen Sánchez, profesora que donó al museo 800.000 euros para adquirir y restaurar obras.

Hay otros préstamos notables, como ‘La comulgante’ (1914), ‘La dama del abanico’ (1913-1916), y ‘La echadora de cartas’ (1924–1925). Nunca se habían expuesto ‘El almuerzo’ (1922) y ‘La niña de la pulsera’,(1922-1923) y el pastel ‘Joven en la ventana abierta (1924), se expone por primera a vez fuera del Reino Unido, tras su adquisición por la Courtlaud London en los años 30.

«El sistema del arte fue condescendiente y piadoso e ignoró la obra de Blanchard, y esta exposición era necesaria por justicia museística y poética con una gran artista que no fue ni musa, ni amante ni esposa de los genios de su época», reivindica el comisario sobre «la mejor pintora del cubismo sin duda».

La muestra se suma a las exposiciones que el museo malagueño ha realizado en los últimos años, reivindicando el trabajo de mujeres artistas. La pinacoteca vuelve a apostar por la labor de poner en valor a las artistas del siglo XX, tras la muestras dedicadas a Sophie Taeuber-Arp (2009), Hilma af Klint (2013), Louise Bourgeois (2015); Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo (2017) y Paula Rego (2022).

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