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H.P. Lovecraft, el ‘friqui’ que escribía cartas sin parar Friday, 03 March 2023


Hay gente que escribe un libro detrás de otro. Y hay a quienes les da por escribir cartas sin parar.

H.P. Lovecraft perteneció a la segunda categoría. A lo largo de sus solo 46 años de vida los expertos estiman que escribió unas 75.000 cartas, muchas de ellas de notable extensión, aunque solo se conservan unas 15.000. Después de Voltaire, está considerado el más prolífico escritor epistolar que haya habido en toda la historia. Escribir cartas fue la actividad a la más tiempo dedicó en su vida. Una vida que, por lo demás, fue bastante fallida.

Howard Phillips Lovecraft (1890– 1937) es desde hace décadas un autor de culto gracias a una obra tan visionaria como personal, uno de los más reverenciados e influyentes escritores de horror cósmico, un género que mezcla el terror con la ciencia ficción. Sin embargo su vida se puede resumir como un clamoroso fracaso.

Postal enviada en agosto de 1933 por H.P. Lovecraft a E. Hoffmann Prize y recogida en el libro ‘Escribir contra los hombres’.
Postal enviada en agosto de 1933 por H.P. Lovecraft a E. Hoffmann Prize y recogida en el libro ‘Escribir contra los hombres’.

Fue un tipo solitario, lleno de traumas y sin vida social. Creció en una familia profundamente disfuncional. Apenas tuvo contacto con el sistema educativo. No tuvo nunca pareja, más allá de un desastroso matrimonio de menos de dos años en el que ni siquiera hubo convivencia. Es casi seguro que jamás mantuvo relaciones sexuales.

Fue profunda y visceralmente antisemita, misógino, xenófobo y homófobo. Nunca trabajo, salvo algunos encargos esporádicos y mal pagados. No logró en su vida publicar un solo libro. Murió en la miseria, siendo un absoluto desconocido que únicamente había conseguido publicar una cincuentena de relatos en revistas marginales. De hecho, en los últimos años prácticamente abandonó la literatura, convencido de que no valía absolutamente nada como escritor.

Pero lo que nunca dejó de hacer fue escribir correspondencia. Llenó sus días (y seguramente buena parte de sus noches) escribiendo cartas, cartas y más cartas. “Se convirtió en su principal actividad. Escribía cartas todos los días, durante la mayor parte de su jornada”, nos cuenta Javier Calvo, responsable de la edición, el prólogo y la traducción de Escribir contra los hombres. H.P. Lovecraft. Cartas I , un cuidado y fascinante libro publicado por la editorial Aristas Martínez que, por primera vez, saca a la luz en España algunas de las misivas del escritor.

Portada de ‘Escribir contra los hombres. H.P. Lovecraft. Cartas I’, un libro que analiza la correspondencia de carácter literario del escritor.
Portada de ‘Escribir contra los hombres. H.P. Lovecraft. Cartas I’, un libro que analiza la correspondencia de carácter literario del escritor.

El volumen se centra en la correspondencia literaria de Lovecraft. Pero son tantísimas las cartas que redactó el escritor que el plan es seguir profundizando en sus epístolas con la publicación de dos tomos más. Javier Calvo ya está trabajando en el siguiente libro, que abordará la visión del mundo de Lovecraft a través de las cuestiones filosóficas, políticas y sobre la ciencia que afloran en muchas de sus misivas. Le seguirá un tercer volumen que se concentrará en las cartas del escritor sobre sus sueños. "La narración que hizo de muchos de ellos los convierte en auténticos relatos de terror que no llegó a escribir", afirma Calvo.

Pero será sin duda el segundo libro el que resultará más polémico, ya que por fuerza sacará a la luz lo peor de H.P. Lovecraft: su faceta de supremacista blanco, su feroz antisemitismo, su nauseabunda homofobia… Algo que se puede percibir en su narrativa, pero que en sus cartas se desparrama y queda palmariamente evidente.

Mucho peor de lo que uno se imagina

“Lovecraft fue un individuo que puede llegar a resultar muy odioso. Era alguien lleno de prejuicios y que en sus cartas se expresaba de manera muy intolerante. Su racismo, su machismo y su profundo antisemitismo están muy patentes en su correspondencia, en muchísima mayor medida de lo que la gente en general cree, es mucho peor de que a priori uno se imagina. Hay momentos en los que es inevitable sentir vergüenza ajena. Pero creo que haríamos mal en censurar esas cartas, hay que mostrar lo que hay y cómo era Lovecraft”, opina Javier Calvo.

Sin que para nada sea una disculpa, hay que subrayar que H.P. Lovecraft fue un individuo muy complejo, un recalcitrante misántropo, alguien absolutamente incapaz de adaptarse a su tiempo, un desubicado total que nunca logró llevar una vida mínimamente funcional.

Lovecraft recibió una educación profundamente clasista en la que se le insistía en que no debía mezclarse con personas de un estatus inferior

Nació en Provenance, en Rhode Island, y prácticamente no se movió en toda su vida de esa localidad. Cuando tenía tres años su padre ingresó en un hospital psiquiátrico, aquejado de problemas mentales ocasionados al parecer por una sífilis que terminó acabando con su vida, aunque al niño siempre se ocultaron. Lovecraft se crio a partir de ahí con sus tías y su madre, quien le protegía hasta extremos patológicos y proyectó en él sus muchas neurosis.

La familia tenía antepasados ingleses de alta cuna y un patrimonio importante, y Lovecraft recibió una educación profundamente clasista en la que se le insistía en que no debía mezclarse con personas de un estatus inferior. Cuando con el pasar de los años la familia fue a menos y se vio obligada a abandonar su suntuosa casa, la matraca de que solo debía relacionarse con miembros de la aristocracia blanca aún se intensificó más.

Tanto madre como hijo sufrieron problemas de salud mental. Una crisis nerviosa impidió de hecho que Lovecraft terminara sus estudios en el instituto. Además, sufrió depresión durante buena parte de su vida.

Fue un tipo solitario, lleno de traumas y sin vida social. No tuvo nunca pareja, más allá de un desastroso matrimonio de menos de dos años

Un par de años después de la muerte de su madre, y cuando ya contaba 33 años, Lovecraft se casó con la escritora Sonia Green. Probablemente, con la idea de que trasladándose junto a ella a Nueva York conseguiría por fin lanzar su carrera como escritor. Sólo consiguió sumar más desastres a su lista de fracasos.

“Lovecraft destruyó todas las cartas de Sonia”, explica Javier Calvo. “Pero los detalles de aquel matrimonio han ido saliendo a la luz de manera gradual en las últimas décadas, a raíz sobre todo de que en los años 80 Sonia Green rompiera su silencio. Sonia Green decía que el racismo y el antisemitismo de Lovecraft habían hecho imposible tener una relación normal. Contaba que si él se cruzaba por la calle con un judío o con un negro se ponía a increparles y a soltar diatribas contra ellos”.

El matrimonio sólo duró dos años. Tras el divorcio en 1927, el escritor regresó a Providence.

Lovecraft murió diez años después. Sin dinero, siendo un absoluto desconocido, sin haber logrado publicar un solo libro en toda su vida. Sólo algunos de sus relatos vieron la luz en revistas cutres.

“Todo aquello que vivió durante su existencia le convirtieron en el friqui que fue”, recalca el responsable de la edición de Escribir contra los hombres. H.P Lovecraft, Cartas I.“Fue alguien tan desubicado que hasta genera cierta empatía”.

Pero algunos de los escritores de su círculo, sobre todo su amigo August Derleth, comenzaron a escribir historias basadas en el universo literario de Lovecraft. En 1939, consiguieron que su relato titulado La llamada de Cthulhu fuera finalmente publicado en forma de libro.

Una edición de ‘La llamada de Cthulhu’, el relato más mítico de H.P. Lovecraft.
Una edición de ‘La llamada de Cthulhu’, el relato más mítico de H.P. Lovecraft.

La contracultura de los 60 hizo el resto, catapultando al éxito las obras de H.P. Lovecraft y convirtiéndolo en una de las franquicias más exitosas de la cultura pop global.

Hoy casi nadie pone en duda la absoluta originalidad de su increíble universo literario. Y la publicación por fin de algunas de sus cartas en español sin duda ayudará a entender mejor a ese autor tan espinoso e intrincado en su vida como en su obra.

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