Son las 9 de la mañana y Segundo aún no se ha acostado. Apura los últimos minutos de su turno al volante del taxi después de una noche movida: "Los jueves por la noche sale casi más gente que los viernes. Además, son personas con más poder adquisitivo, de los que salen por Bilbao y Ponzano. Más propina", dice a este periódico.

Segundo llegó desde Santo Domingo, una ciudad cercana a Quito, en 2003. Empezó en la construcción, después pasó por la seguridad privada y ha terminado como conductor de una flota de taxis. Trabaja en torno a 12 horas diarias, casi siempre de noche y en fin de semana, para mantener a su familia de aquí… y parte de la de allá: "En Ecuador no están bien las cosas. Cada mes le mandó a mi mamá 500 euros, que ella distribuye con mis hermanos, los sobrinos… ese dinero cunde mucho allí", detalla.

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Lo que no sospecha Segundo es que, algunos de esos adolescentes que lleva a casa por la noche, los que gastan en una fiesta lo que el ecuatoriano ahorra para media familia, al levantarse dan lecciones de economía en TikTok. Pasan la resaca, se sientan frente a la cámara y te explican por qué eres pobre. No necesitan saber los rudimentos de la materia, ni siquiera haber cotizado un solo día para enmendar la plana a cualquier currito.

Esta figura del consultor adolescente se ha convertido en una de las tendencias principales de TikTok, una red donde abundan las coreografías y no tanto los conocimientos financieros.

Segundo, como el 56% de los españoles, vive al día. Las maratonianas jornadas al volante le dan para mantener a sus tres hijos, pagar el alquiler y enviar dinero a Ecuador. Apenas le da para ahorrar 100 euros al mes, que los quiere destinar para una licencia de taxi en el futuro. Yo tengo la solución: "Segundo, no eres sincero contigo", le espeto. "No te plantas frente al espejo y te dices que estás en una mala situación financiera de la que tú eres el único responsable y solo tú puedes salir de ella. No entiendes el dinero. Tomas decisiones financieras por las emociones y no con la razón. Compras un móvil que no necesitas y un coche demasiado caro para impresionar a otras personas", continúo.

Estamos en mitad de una gasolinera en Doctor Esquerdo, rodeados de gente que va a trabajar, pero no garantizo que Segundo contenga las ganas de darme un guantazo. Ha comenzado a escucharme sorprendido y se ha ido enfadando a medida que he mencionado el móvil. Se saca su terminal del bolsillo, un Huawei de gama baja. "Tiene seis años", me responde, "y ahora, para colmo, no tengo coche".

Antes de que siga, le explico que la frase viene del tiktoker socialmario, un experto en finanzas con más de 2 millones de seguidores, de su vídeo Las tres razones por las que eres pobre. Mario sostiene en su biografía ser depositario de "los trucos que los gobiernos y las personas de poder no quieren que sepas". Segundo ve el vídeo completo y se queda sin palabras. "Yo no tengo nada, se podría decir que soy pobre, pero por ninguno de los motivos que da este chico", balbucea sujetando el móvil. "Dice que dedico mucho tiempo al ocio y nada a formarme. Si trabajas 12 horas y duermes 7... ¿Cuándo vas a estudiar? Mis pocas horas libres son para mi familia y los amigos".

Abusando de su paciencia, le pongo otro vídeo. Este es de la joven empresaria Claudia Millán, con 700.000 seguidores. "Los pobres trabajan por dinero. Los ricos crean negocios de forma sistemática. ¿Por qué? Porque tienen una información diferente: leen libros, no creen todo lo que dicen las noticias y se juntan con personas que ganan más y saben más que ellos".

Es suficiente para el taxista, que no se ve con fuerzas para continuar. Mientras se ajusta el cinturón para volver a casa, en la frontera de Madrid con Toledo, se queda pensando en una respuesta: "Esa chica habla como alguien que siempre ha tenido dinero. Que pruebe a irse de su país sin nada y empezar de cero con una familia... en esa situación sus consejos no valen para nada".

Hasta hace poco, este tipo de discurso se circunscribía a gurús financieros que tenían por objeto venderte sus cursos para hacerte rico. No obstante, a medida que este tipo de chiringuitos han perdido crédito por los constantes escándalos que acaban en la prensa, el relato ha ido calando entre jóvenes... que no venden nada.

Se trata de mensajes cortos, taxativos, que insisten machaconamente en la idea de que basta proponérselo para ser rico. En ocasiones, rozando la aporofobia: "La gente rica, lee libros. La pobre, la televisión", dice un mensaje con 61.000 likes. Los pobres manipulan a las mujeres con el efecto Ikea, sostiene otro. Este muestra cómo los ricos degustan el vino y los pobres lo estropean con hielo. "Las personas con mentalidad de pobre, lo quieren todo regalado, y a veces, ni siquiera valoran lo que les regalas", considera la tiktoker Madalina Vasile.

Detrás de muchos de estos comentarios está el libro El Secreto (Urano, 2007) de la pseudocientífica Rhonda Byrne. En él se postula la ley de la atracción, una teoría que dice que los pensamientos de una persona tiene, tanto los conscientes como los inconscientes, provocan consecuencias afines a lo que se desea. El Secreto, que generó una legión de seguidores tras su publicación, ha sido desacreditado por economistas y psicólogos en numerosas ocasiones. Lo consideran uno más de los libros de autoayuda y critican con saña el intento de Byrne de presentarlo como una teoría científica. No obstante, los artículos académicos se pierden en las inmensidades de internet, mientras el libro sigue editándose cada año y está presente en las librerías de todo el país. Así, una nueva oleada de jóvenes se está adscribiendo de nuevo al si quieres, puedes de Byrne.

Mención aparte merece una casta más antigua, pero no por ello irrelevante: los lonchafinistas. Seguro que se los ha encontrado en alguna ocasión: son jóvenes que le explican cómo ahorrar 400 euros cobrando 1.200. Fanáticos del ahorro por naturaleza, propugnan no desperdiciar un céntimo con la meta de retirarse antes de la jubilación con un colchón económico. De la afición a pedir lonchas finas en la charcutería, para hacerse dos bocadillos en vez de uno, procede su denominación. Irónicamente, se trata de una tendencia que quiere esquivar la precariedad... aplicándose una ingente dosis de precariedad.

Estos son algunos de sus mandamientos:

• Cambia tu tarifa de móvil. No necesitas gastar 20 euros mensuales. Con la tarifa de Digi de 3 euros vas sobrado.
• Aprende a reprimirte. ¿Quieres una Coca-Cola? No. No la quieres. Convéncete de que no la quieres.
• ¿Recuerdas las dimensiones de un guisante? Pues eso es lo que necesitas para lavarte los dientes. Nada de poner tres kilos de pasta de dientes.
• Recolecta objetos de metal para llevarlos a la chatarra a su debido momento.
• Procura pagar siempre con efectivo. El punto ideal es tener poco efectivo y el 99% del dinero invertido.

"Me llama la atención el discurso que exhiben basado en no hagas caso a lo que te dicen las noticias y no creas lo que te dice el banquero. Es una mezcla a mitad camino entre los conspiranoicos y el anarcocapitalismo", dice Yago Álvarez Barba, economista y autor de El Salmón Contracorriente. "Es una narrativa que intenta mostrar un mundo en el que los emprendedores, que en ese paralelismo se ponen al mismo nivel que los antivacunas y los que dicen conocer ‘el plan del nuevo orden mundial’, son una especie de nueva raza de elegidos para acabar con el orden establecido".

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Un patrón común en la mayor parte de los vídeos es el abuso del sesgo del superviviente, una falacia clásica que obtiene conclusiones generales de casos excepcionales. De este modo, si Bill Gates y Warren Buffet coinciden en que hicieron sus primeras inversiones en el instituto, se antoja deseable que cualquiera con aspiraciones también lo haga, obviando el detalle de que los alumnos de secundaria no suelen tener conocimientos del mercado.

"Es normal que este discurso cale entre los jóvenes", continúa Álvarez Barba. "Si tú tienes ahora unos 25 años o menos, prácticamente has crecido en crisis. Desde 2008, la crisis financiera, se ha perdido la total confianza en el sistema y en las instituciones públicas y democráticas. Por eso triunfa este discurso anarcocapitalista de la misma forma que el conspiranoico. Ante esa indefensión y soledad ante un mundo que no les brinda oportunidades de futuro claras, como la dificultad de encontrar un trabajo que te saque de la precariedad, estos vendehúmos montados en sus Lamborghinis les presentan casos de éxito mediante la especulación y los pelotazos económicos como el objetivo".

"Pero en TikTok nunca salen los que se arruinan por seguir estos consejos, claro", concluye el periodista.