Hay que señalar que Irán se está consolidando como un aliado clave de Rusia, tanto en el ámbito político como en el suministro de material militar, ha marcado un punto de inflexión en la geopolítica global. Esta alianza se extiende más allá de sus fronteras, buscando expandir su influencia en África, especialmente en la región del Sahel, donde han llenado el vacío dejado por la expulsión de las fuerzas occidentales. La presencia de mercenarios del Africa Corps, anteriormente conocido como Grupo Wagner, en países como Níger, subraya esta creciente influencia. Irán, por su parte, ha fortalecido sus lazos con la junta golpista de Níger, en enero de este año, una delegación nigerina, encabezada por su primer ministro visitó Irán en una gira donde también visitó Turquía y Rusia. Durante la visita el vicepresidente primero iraní Mohammed Mokhber expresó su solidaridad con Níger a raíz de las sanciones impuestas por la comunidad internacional, ofreciendo asesoramiento para esquivar las sanciones internacionales.

Más allá de esta retórica de solidaridad, existe un motivo que explica el interés de Irán en Níger: las reservas de uranio de Níger. Irán con un programa nuclear bajo fuertes sospechas de tener un posible uso militar, sufriendo sanciones internacionales como resultado — estaría interesado en contar con un país que le suministre uranio sin objeciones sobre su uso final. Si a esto le añadimos el hecho de que Níger está optando por acercarse a Rusia y Turquía -amigos de Irán- entenderemos el interés de Irán en el país.

Todo esto hace que el contexto geopolítico se complique aún más, que ha generado repercusiones económicas y comerciales significativas a nivel global. La escalada bélica ha puesto en jaque el precio del petróleo y amenazado el comercio internacional, especialmente tras incidentes como el abordaje y secuestro del carguero ‘MSC Aries’ por parte de la guardia revolucionaria iraní. A pesar de la tensión, los mercados financieros han mostrado una calma relativa, aunque persiste la preocupación por las implicaciones a mediano y largo plazo si aumenta la escalada de los conflictos.

El impacto comercial del conflicto se verá reflejado en los precios de materias primas, de mercancías en general y probablemente en el precio del transporte internacional, ya que los grandes cargueros a raíz de bombardeos, secuestros, etc. están duplicando el tiempo de travesía y buscando otras rutas marítimas alternativas, lo que conllevaría de nuevo a una escalada de precios y pérdida de productividad.

De todas las crisis también surgen oportunidades, la citada búsqueda de rutas marítimas alternativas ha impactado de lleno a los puertos españoles y en concreto a los canarios, ya que se ha observado un incremento notable de tráfico de buques y de petición de bunkering desde el inicio del conflicto.

Los conflictos en Oriente Medio pueden ejercer un impacto devastador en el turismo de la región, especialmente en países que dependen en cierta medida del sector turístico como Turquía, Egipto, Jordania, Líbano y los Emiratos Árabes Unidos. Estas naciones, que habían realizado inversiones significativas para revitalizar su sector turístico tras la pandemia, ahora se enfrentan un futuro incierto debido a la creciente.

La guerra ya está provocando la cancelación de vuelos por parte de aerolíneas como Lufthansa, American Airlines, comunicados de diferentes gobiernos como el de Estados Unidos desaconsejando viajar a la región, cancelaciones de reservas de vuelo. Todo esto conllevará a la caída del flujo de turistas, como sucedió recientemente en Jerusalén durante la Semana Santa, un momento tradicionalmente importante para el turismo religioso en la región. La recuperación del turismo en la región no se vislumbra hasta que se restaure la estabilidad.

La influencia de Irán en el Sahel, y el enfrentamiento con Israel, llegan en un momento crítico para España y Europa, que ven en el Sahel un punto clave de inestabilidad terrorista y migratoria. La expansión de influencias no occidentales en la región, especialmente en un contexto de expulsión de fuerzas de la UE y Estados Unidos, requiere una vigilancia continua. Es crucial monitorear estos desarrollos, especialmente si un aumento de la influencia militar iraní conduce a un incremento de la inmigración irregular hacia Canarias.

En clave nacional y concretamente en el ámbito de Defensa, las recientes elecciones vascas y catalanas han resultado en la prorrogación de los presupuestos actuales, dejando en suspenso la tramitación de los presupuestos de este año. Es probable que se observe un aumento en el presupuesto de Defensa, posiblemente en detrimento de otras partidas, incluidas las destinadas a Canarias, tras el compromiso alcanzado por España ante la OTAN y la Unión Europea.

Para ponernos en perspectiva, el gasto de defensa en 2018 de España alcanzaba el 0,93% del PIB del país mientras que en el año 2023 alcanzó el 1,24%. El compromiso es que el gasto militar suponga el 2% del PIB español.

Los compromisos internacionales con la OTAN y la UE, la consolidación dinamización y valorización de la industria de defensa nacional, además de la necesidad de equipar y reorientar a nuestras Fuerzas Armadas para hacer frente a la posibilidad -lejana, pero desde la Guerra de Ucrania más patente- de un conflicto con ramificaciones regionales y mundiales, aumentarán el gasto militar a corto y medio plazo.,

En resumen, el enfrentamiento entre Israel, Palestina e Irán, junto con la alianza entre Irán y Rusia, tiene el potencial de desestabilizar significativamente tanto la seguridad global en diversas regiones como el Sahel, como un impacto directo en el mercado del petróleo como el comercio internacional, con efectos que podrían sentirse a nivel global. La comunidad internacional deberá observar de cerca, consciente de las amplias repercusiones con varias aristas que una escalada podría desencadenar.