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Los secretos del príncipe Gukesh Saturday, 27 April 2024


Cuentos, jaques y leyendas ·

El indio Dommaraju Gukesh se ha convertido, con 17 años, en el aspirante al título de campeón del mundo más joven de la historia del ajedrez. Descubrimos algunas de las claves que explican su proeza


Manuel Azuaga Herrera

Domingo, 28 de abril 2024, 01:18

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En febrero de 2023, el pentacampeón del mundo Viswanathan Anand, leyenda viva del universo de las sesenta y cuatro casillas, me dijo: «Creo que la nueva generación de jugadores indios, a largo plazo, puede llegar muy lejos. El ajedrez nació en mi país y, de alguna manera, quizás algún día vuelva a sus raíces». Al pronunciarla, la predicción de Vishy tomó el latido de una corazonada, una diástole que bombeaba con fuerza, aunque lo hacía «a largo plazo» porque, para ser sinceros, nadie imaginaba que la historia del ajedrez iba a acelerarse tanto como lo ha hecho durante la disputa del Torneo de Candidatos celebrado hace unos días en Toronto.

El joven talento Gukesh, uno de los alumnos de Anand en la Academia de Ajedrez WestBridge (WACA), dio la sorpresa en Canadá al convertirse en el aspirante a la corona de campeón del mundo, un título que, desde la primavera de 2023, está en poder del chino Liren Ding. La próxima cita tendrá lugar a finales de este año, entonces Gukesh tratará de sentarse en el trono de Ding. Si lo logra, el indio empuñaría el cetro con solo 17 años, por lo que tendría el honor de ser el campeón más joven de la historia y superar los registros de Ponomariov, Kaspárovy Magnus Carlsen.

Lo consiga o no, la gesta del joven Gukesh ya es histórica. Permítanme que les lea en voz alta la clasificación inicial del Torneo de Candidatos, por orden de fuerza de juego (ELO) de los ocho participantes. Los estadounidenses Fabiano Caruana (2803) e Hikaru Nakamura (2789) encabezaban la lista. Tras ellos, el francés Alireza Firouzja (2760) y el ruso Ian Nepomniachtchi (2758). Este último, valga el inciso, compite bajo bandera de la FIDE desde la invasión rusa de Ucrania. Después, como tres peones ligados, aparecía la camada de la India: Praggnanandhaa (2747), Gukesh (2743) y Vidit (2727). En último lugar, el azerbaiyano Nijat Abasov (2632). Es decir, Gukesh partía en el puesto número seis, motivo por el que no entraba en las quinielas para llevarse el triunfo. Aun así, lo hizo.

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Y lo hizo a lo grande. El indio desplegó un ajedrez excelso, por momentos espectacular, hasta que, en un final de infarto propio de una serie de Netflix –la última ronda enfrentó a los cuatro primeros clasificados entre sí, con opciones reales para todos–, Gukesh se convirtió en el príncipe Gukesh. Al conocer la noticia, el excampeón Gari Kaspárov publicó en su cuenta de X: «¡Felicidades! El terremoto indio en Toronto es la culminación del movimiento de las placas tectónicas en el mundo del ajedrez. Los ‘hijos’ de Vishy Anand andan sueltos».

«Me siento como un idiota»

El ajedrez es un juego tan hermoso como cruel. En la temblorosa última ronda, mientras Gukesh luchaba con precisión para rascar medio punto contra Nakamura (las tablas garantizaban al indio el liderato y un eventual desempate contra el ganador de la otra partida ‘caliente’), Fabiano Caruana obtenía contra Ian Nepomniachtchi una ventaja que parecía definitiva. Pero las cosas nunca son tan fáciles como parecen.

A decir verdad, Caruana, con blancas, iba ejecutando las jugadas más humanas, pero la victoria, como el mercurio, se le iba escapando de las manos. Hubo varias posiciones en las que los módulos informáticos valoraban con +6 (lo que equivale a torre y peón de más), que es una ventaja más que decisiva. En el argot hablamos de ‘jugadas naturales’. Son aquellas que tienen un sentido ajedrezado inherente. Las que ves al toque, como si las piezas te hablaran.

Sin embargo, cada jugada natural de Fabiano se convertía en un error, a veces grave. Esconder el rey en ‘a1’, por ejemplo, para no recibir más jaques de Nepomniachtchi, en lugar de moverlo a la casilla ‘a2’, donde el monarca quedaba expuesto. O llevar la torre a la séptima fila, y además hacerlo con jaque (Td7+), una jugada con la que todo ajedrecista sueña antes de una partida, pero que en esta ocasión perjudicó a Fabiano. El ajedrez jugaba en su contra. De hecho, en la jugada 64, las máquinas mostraban un jaque mate en ¡27 jugadas! Y, claro, es absolutamente imposible calcular una secuencia tan larga.

Finalmente, Caruana y Nepomniachtchi firmaron el empate en la jugada 109, tras una resistencia numantina del ruso. El reparto de medio punto coronaba al indio Gukesh. «Lo siento mucho», balbuceó Nepo. «Ha sido mi culpa», respondió Fabiano. En la sala de prensa posterior, el italoestadounidense no ocultó cuál era su estado de ánimo: «Me siento como un idiota».

La llamada de Padma

Dommaraju Gukesh nació en Chennai, la capital del ajedrez de la India, el 29 de mayo de 2006. En Chennai existen más de 60 academias de ajedrez. Es la meca del noble juego. Gukesh aprendió a jugar a los siete años y, a los doce, ya era el gran maestro más joven del país. Sin duda, es un niño prodigio. En julio de 2023, con 16 años, Gukesh desbancó en precocidad al noruego Magnus Carlsen cuando superó la barrera de los 2750 puntos ELO, una cota que nadie había alcanzado tan pronto en la historia.

El padre de Gukesh, el doctor Rajinikanth, es un prestigioso cirujano otorrinolaringólogo. Su madre, Padma, microbióloga. En principio, el matrimonio quería que Gukesh fuese tenista. Sin embargo, cuando el descomunal talento de Gukesh asomó en el tablero, el doctor Rajinikanth lo dejó todo y se convirtió en la sombra de su hijo. Cambió las conferencias que daba por todo el país, las visitas a los hospitales, por los torneos de ajedrez. La escuela Velammal, donde estudiaba Gukesh, accedió a que el chico viajara y asistiera solo para las fechas de los exámenes. Mientras tanto, en silencio, Padma se ocupaba de los ingresos de la familia y del hogar.

En la séptima ronda del Candidatos de Toronto, el francés Firouzja infligió un duro castigo a Gukesh, quien desperdició una posición ganadora. Fue un golpe seco, una derrota de las que quiebran el ánimo. Poco después, Gukesh recibió una llamada desde Chennai. Era su madre. «No te preocupes, hijo, sigue adelante y mantén la confianza», le dijo Padma. Aquella llamada fue un soplo de aire fresco. Madre e hijo hablaron durante quince o veinte minutos. A partir de ese momento, Gukesh jugó con una seguridad a prueba de jaques.

El hombre que ve cosas

En 2019, durante el Campeonato Mundial de Ajedrez a ritmo rápido celebrado en Moscú, Gukesh venció al gran maestro polaco Gregory Gajewski. «Como jugador nunca estuve ni de cerca entre los mejores, pero perder contra un niño de 12 años era algo a lo que no estaba acostumbrado», recuerda Gajewski. Años antes, en 2012, Gajewski había sido uno de los ayudantes de Vishy Anand en el encuentro que le enfrentó a Boris Gelfand por el título mundial. También fue el segundo de Anand en 2014, esta vez contra Carlsen. El pentacampeón del mundo tiene, desde entonces, confianza ciega en el trabajo de Gajewski, al que define como «un hombre que ve cosas».

Hablo con Gajewski y me cuenta la secuencia de su relación con Gukesh. La historia entre ambos me hace pensar que detrás de un campeón siempre hay personas que resultan imprescindibles. «Empezamos a trabajar juntos a través de la WACA», relata Gajewski. «Me pidió que le ayudara a distancia durante el Tata Steel Masters 2023. El torneo empezó fatal. Sin embargo, conseguimos introducir algunos cambios importantes en su enfoque y, como resultado, en la segunda parte jugó como un profesional experimentado».

Semanas más tarde de aquella primera experiencia, Gajewski ayudó a Gukesh en el WR Masters de Düsseldorf, donde la joven promesa india compartió el primer puesto con Levon Aronian y Nepomniachtchi, dos jugadores superclase. «Creo que en ese momento nos quedó claro que había buenas vibraciones, así que continuamos trabajando juntos», confiesa el polaco. «Después Gukesh jugó en Noruega, el primer torneo en el que me llevó con él. Fue un éxito, así que convertirme oficialmente en su entrenador fue algo natural».

Tranquilidad bajo presión

El relato de Gajewski me apasiona. Veo la rueda de prensa de Gukesh en Toronto, tras proclamarse campeón, y Gajewski está ahí, al lado del prodigio, pero ya no puedo pensar en él como un analista cualquiera que acompaña a su alumno, ahora sé que es un hombre que ve cosas, dentro y fuera del tablero. Y en Gukesh ha visto un talento taumatúrgico. «El momento clave del Candidatos fue su derrota contra Firouzja», admite Gajewski. En este punto, hago clic con la llamada de Padma. Y añade: «Creo que al vencer a Vidit en la partida siguiente, Gukesh envió un mensaje muy claro a todos sus competidores. Su juego con negras en esa ronda fue casi perfecto».

Llevado por la curiosidad, me pongo en contacto con Vishy Anand. Le pregunto por el rasgo más característico de Gukesh, por aquello que lo hace diferente. «Como todos los jóvenes de su edad, creo que Gukesh no tiene un solo rasgo ajedrecístico», responde Anand. «Él es muy flexible, puede adaptarse a cualquier situación y, además, aprende muy rápido. Una cualidad muy destacable es que es bastante tranquilo, sobre todo bajo presión, y eso se ha notado en el Candidatos».

Anoto en mi libreta «Gukesh», la palabra «tranquilidad» y «Anand». Busco en la red y descubro que la jugadora china Tan Zhongyi, ganadora del Torneo de Candidatas en Toronto, también nació un 29 de mayo, como Gukesh, solo que unos años antes, en 1991. No deja de ser una misteriosa coincidencia, la cicatriz del destino. Es entonces cuando siento el pinchazo, la sangre de la sístole de aquella corazonada de Vishy Anand. Y contemplo a Gukesh como el nuevo rey del tablero, un rey que arrulla en sus brazos al milenario juego y lo lleva de vuelta a sus raíces.

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