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El camino al que acompaña un río Thursday, 02 May 2024

El camino al que acompaña un río

La Senda Fluvial del Nansa, un recorrido de lo más asequible, transcurre paralela a un cauce que dibuja paisajes imponentes a cada recodo


Marco García Vidart

Marco García Vidart

Muñorrodero

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Miércoles, 1 de mayo 2024

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Recuerdos de infancia, calma, violencia, la confianza que da seguir una dirección correcta... Es casi imposible resistirse a todos los argumentos que suele ofrecer un río. Y si además por una de sus orillas transcurre una senda de lo más cómoda para admirar todo el paisaje, la experiencia se vuelve perfecta. La Senda Fluvial del Nansa discurre paralela a ese río para conformar una ruta que es un regalo para los sentidos. Para hacerla con tranquilidad, sin prisa y disfrutando de cada recoveco, de cada paisaje que dibuja el Nansa.

Descubra la ruta a través de este vídeo. Marco García Vidart

En el municipio de Val de San Vicente, la ruta se inicia en el pueblo de Muñorrodero. No hay pérdida ya que hay carteles que llevan hasta ella. El coche se puede dejar justo en el inicio, situado al lado del cementerio de la localidad. La única precaución con esta ruta es decidir hasta dónde se llega. En este caso, el destino es el punto intermedio, la centra eléctrica de Trascudia, situada a unos siete kilómetros. Pero la ruta sigue hasta Cades, hasta completar casi el doble. Conviene tenerlo en cuenta, porque la ruta ida y vuelta entera desde Muñorrodero saldrían unos 28 kilómetros. Yeso, para una ‘pateada’, ya es una cifra bastante respetable.

Varios tramos de pasarelas de madera y escaleras ayudan a salvar los desniveles del recorrido. En varias de las zonas el bosque está cerrado y no da el sol, por lo que conviene tener un poco de cuidado con no resbalar con hojas mojadas o con barro en el camino. Pero desde el primer metro empieza la magia del río –a la ida, en el sentido de la marcha siempre a la derecha– y sus mil estados. Calmado como si fuese un pantano, o algo más rápido. El sonido del agua será la banda sonora que acompañe durante todo el trayecto.

La senda –siempre bien señalizada– marcha al kilómetro de su comienzo paralela a un Nansa de aguas tranquilas. Hasta se puede bajar a la orilla en algunos puntos. Cormoranes, patos... Las aves que viven y se alimentan en el río en muchas ocasiones ni se inmutan. En el suelo, junto a un árbol, un encuentro fortuito lleva la duda. ¿Ardilla, o una de las nutrias que pueblan el Nansa? Uno de los animales más esquivos para ver y que indica la buena salud de un cauce. El Nansa presume de ella a lo largo de toda la senda, con aguas cristalinas y un cauce de lo más limpio.

La ruta

La ruta
  • Localización: Val de San Vicente.

  • Duración total: 4.00 horas.

  • Longitud total: 14 kilómetros.

  • Nivel: Fácil.

A los dos kilómetros y medio, el paisaje clarea a la izquierda del caminante. Prados con invernaderos suponen una pausa entre el bosque. En el camino, más indicaciones hacia la central de Trascudia. En ese tramo, la luz dibuja paisajes espectaculares en un río de lo más calmado y con árboles que se adentran casi literalmente en sus aguas. Es imposible no detenerse a buscar una foto con la que dar envidia a las amistades. ‘Mirad dónde he estado’.

Un primer refugio en el camino marca un pequeño cambio en el paisaje. Las paredes de roca comienzan a elevarse sobre la senda. Los tramos de tierra entre el bosque se alternan con otros labrados sobre piedras, en los que siempre es necesario un poco más de prudencia. Otro tramo de pasarela de madera conduce a la cueva del Rejo, que supondría aproximadamente la mitad del recorrido. En ella, los más aventureros se pueden adentrar –frontal mediante– para intentar ver los murciélagos que hay en su interior.

*Consulta el punto de partida de la ruta. Inicio desde el aparcamiento donde puedes dejar el coche:

Consulte aquí la ruta en Wikiloc

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La senda se dirige hacia la central de Trascudia ofreciendo una variante. La llamada senda de aguas bajas es la que va más cerca del río, pero está desaconsejada en época de crecida del Nansa. En esas épocas, hay un tramo más alto para evitar ese problema. Aunque es la de aguas bajas la más espectacular por esa omnipresente presencia del Nansa. En algún momento, con la central ya cerca, hay incluso que vadear un pequeño ramal y tener especial cuidado en unos cuantos metros en los que la senda está compuesta solo por rocas de río.

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La senda fluvial del Nansa, en imágenes

Marco García Vidart

Imagen de Galeria

1. Facilidades

Muchas pasarelas de madera ofrecen ayuda al caminante. Marco G. Vidart
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2.Cómoda y asequible

La senda es fácil de andar y está perfectamente señalizada.
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3. Fauna

A lo largo del recorrido se pueden ver varias especies de aves.
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4. Paisaje

En varios puntos del recorrido, los árboles se adentran en el interior del Nansa
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5.Punto intermedio

La central de Trascudia marca el punto y seguido de una ruta que seguiría otros siete kilómetros hasta Cades.

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Una escaleras realizadas en la roca, en la que un cable de acero anclado a la pared sirve como pasamanos, conducen a los últimos metros de esta primera parte de la Senda Fluvial del Nansa. Ante el caminante aparece la central de Trascudia. Una pequeña ‘playa’ permite acercarse a ras de agua y contemplar las dos pequeñas cascadas que el río Supino, un afluente del Nansa, hacen justo delante. Un lugar perfecto para sentarse y disfrutar de la comida –aunque un poco más arriba hay una mesa con bancos– si es la opción que se ha elegido. Lo cómodo del recorrido, que se hace en apenas un par de horas, permite varios planes, y el hacerla en una mañana y regresar para comer por alguno de los pueblos de Val de San Vicente es otra buena opción.

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El regreso, con una luz cambiada, acentúa las buenas sensaciones. Paisajes de ensueño y una caminata de lo más agradable y asequible y siempre de la mano de un río que guía hacia el destino. Eso, y el conocer la segunda parte de la senda, la que finaliza en Cades, son argumentos que el Nansa esgrime para regresar otra vez.

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