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El día en que Rusia le robó el pan a Ucrania: "Lo hemos perdido todo, nuestros alimentos y nuestra manera de vivir" Tuesday, 18 July 2023


Hace más de una semana que no queda ni una gota de agua en la casa de Natalya Mikolayvna. En su lugar, solo hay "destrucción" y "horror". En este pueblo, a 39 kilómetros de Jersón, la destrucción de la presa de Nueva Kajovka provocó unas inundaciones que se llevaron todo a su paso. Mykolayvna señala la marca en la pared de hasta donde llegó el agua: cerca de 2,30 metros.

Las habitaciones de lo que queda de su casa desorden un fuerte olor a humedad. En el jardín están los restos de sus pertenencias. Un colchón que esta familia ya no podrá utilizar, armarios en los que ya no podrán guardar su ropa, y electrodomésticos que no volverán a encenderse. En cambio, para Natalya Mikolayvna, la mayor pérdida ha sido su campo. "Mira esta patata, está podrida", dice la mujer mientras desentierra una bola negra de su huerto. Lo que queda de un tubérculo. "Lo hemos perdido todo, nuestros alimentos y nuestra manera de alimentarnos y vivir", explica a El Confidencial. En frente de su casa, el campo donde antes crecían los girasoles y el trigo. Ahora, solo crecen las malas hierbas.

Foto: Un trabajador agrícola conduce un tractor mientras el humo se eleva en la distancia tras un ataque militar. (Reuters/Andrii Dubchak)
Cómo la explosión de un ducto de amoniaco puede dinamitar el acuerdo del grano entre Kiev y Moscú

La explosión de la presa de Nueva Kajovka, perpetrada por los rusos, según varias investigaciones, ha provocado una crisis agrícola en Ucrania. El sector, ya deprimido como consecuencia de la guerra de Ucrania, ha sufrido un nuevo varapalo con la cancelación del acuerdo del grano por parte de Rusia horas antes de que expirara. Firmado entre Moscú y la ONU, este pacto era el único punto en común con Kiev desde el inicio de la invasión a gran escala.

Este acuerdo permitía la exportación de trigo, alimentos y suministros de fertilizantes, como el amonio, desde tres puertos ucranianos: Odesa, Chornomorsk y Pivdennyi. Los barcos navegaban por un corredor humanitario a través del mar Negro hasta Estambul, en Turquía, como símbolo de la implicación del presidente Recep Tayyip Erdogan en las negociaciones del pacto. Esta iniciativa ha permitido que uno de los mayores proveedores de cereales del mundo pueda seguir exportando su producto y promover la seguridad alimentaria mundial tras el aumento de los precios provocado por la guerra. Hasta ahora se han logrado enviar casi 33 millones de toneladas métricas de alimentos desde Ucrania y más de 725.000 toneladas para apoyar operaciones humanitarias en países como Afganistán, Etiopía, Sudán y Yemen.

Sin acuerdo, que Rusia ha rechazado porque afirma que no se cumplen las condiciones impuestas por el Kremlin, es complicado que Ucrania pueda seguir exportando la misma cantidad de grano. En primer lugar, por los costos que supondría asegurar los barcos para cruzar el mar Negro sin un corredor humanitario. En segundo lugar, porque las empresas podrían poner impedimentos para enviar sus barcos a una zona de guerra sin tener unas garantía de seguridad por parte de Rusia.

Además de la importancia del grano ucraniano para la alimentación a nivel internacional, la negativa de Moscú de continuar con el pacto tiene también muchas consecuencias para los productores en el país. La exportación del producto les permite vender el grano y renovar la cosecha. Además, el envío por mar es la mejor opción para los trabajadores agrícolas porque el costo es mucho menor que hacerlo por vías terrestres como el tren.

Desde los campos destruidos, Natalya Mikolayvna no se atreve a decir cuándo podrá volver a cultivar. Cuando algunos vecinos del pueblo empezaron a volver a sus casas después de las inundaciones de Nueva Kajovka, se reunieron para encontrar soluciones. "Necesitamos ayuda para poder volver a cultivar, a poder vivir de nuestro campo. No sabemos cuánto puede tardar en arreglarse esto. Nosotros tuvimos suerte porque pudimos salvar algunas gallinas y pollos en los botes. Pero hay gente que se ha quedado sin nada", dice Mikolayvna. Hasta que lleguen las ayudas o la solución, la ucraniana limpia todos los días una parte de la casa. Le queda todavía un largo trabajo por delante para tirar todo lo que no se pueda recuperar y volver a convertir su hogar en habitable. "Hemos perdido los campos, pero también nuestras casas".

La reconstrucción es la primera urgencia a la que el Gobierno tiene que hacer frente, según Anatoly Mykolaveych, jefe de la administración militar de Dar’ivka. El militar ha sufrido en sus propias carnes la inundación, que provocó que su casa quedara completamente bajo el agua. En su domicilio situado en este pueblo de Jersón, Mykolaveych abre una botella que, afirma, ha recogido él mismo del barro cuando bajó el nivel del agua y pudo volver a entrar en su casa.

No quiere hablar de la batalla en este frente, después de las fuerzas ucranianas consiguieran cruzar el Dniéper para establecer una cabeza de puente. Sí subraya, no obstante, que han aumentado los ataques en la ciudad y en pueblos como en el que lidera la administración militar. "No paro de repetir a la gente que tiene que irse de aquí, es muy peligroso", dice Mykolaveych a este periódico desde su casa de Dari’ivka. Cerca de 500 personas siguen viviendo en la zona y el militar les repite siempre que puede que cada día o noche puede ser la última. "Muchas familias con niños se han ido o van a irse, pero mucha gente se queda, los que tienen tierras, sobre todo".

Dejar las tierras no es, para muchos agricultores, una opción. Precisamente Jersón es una de las regiones de Ucrania más importante para la producción agrícola del país. Según un estudio de APK-Inform, cerca del 58% de las superficies de cultivo de cereales de regadío se concentraron en esta región. El Ministerio de Agricultura anunció después de la voladura de la presa que Ucrania podría convertir al menos 500.000 hectáreas de tierra sin riego en "desiertos". Taras Vysotskyi, viceministro de Política Agraria y Alimentación, afirmó que el suelo en las áreas inundadas se someterán a una evaluación agraria y ecológica después y que es probable que en la mayoría de los casos haya que tomar medidas para restaurar el suelo. "Cultivar vegetales es imposible sin un suministro de agua de riego. Se usará un modelo extensivo para cultivar granos y oleaginosas, y los rendimientos serán bajos", agregó.

Foto: Un HIMARS de las fuerzas armadas ucranianas dispara cerca de Jersón. (EFE/Hannibal Hanschke)
Sorpresa en Jersón: mientras tú mirabas a Prigozhin, Ucrania cruzaba el Dniéper

La explosión de Nueva Kajovka ha sumado un problema más a una larga lista de problemas que pone a muchos de los trabajadores de la tierra en un dilema. Además de Jersón, en otras zonas con tasas altas de cultivo como Mykolaiv y Járkov, los agricultores tienen que decidir si abandonar sus campos o seguir trabajando en ellos a pesar de los explosivos que puedan encontrarse. "Nosotros no hemos estado afectados por el agua de la presa, pero sí lo estamos por las minas", explica Oleksandr, un agricultor en un pueblo entre Jersón y Mikolaiv y miembro de una organización agrícola local.

En el último año, las autoridades ucranianas han desactivado cerca de 45.000 artefactos explosivos en el país, pero todavía quedan miles repartidos por los campos y bosques ucranianos. Los expertos apuntan a que el desminado puede tardar décadas, un tiempo que los agricultores no pueden esperar. "Hemos acabado identificando nosotros mismos las minas antes de que llegue el Gobierno o las organizaciones. Caminamos en fila por el campo a través de cuerdas y, si encontramos un objetivo explosivo, ponemos una etiqueta y llamamos al Ministerio de Situaciones de Emergencia para que vengan a recogerlo", aclara Oleksandr.

De esta forma, la organización a la que pertenece el agricultor ha logrado desminar cerca de 1.000 hectáreas. El problema, sin embargo, persiste. Los altos costes de la producción y el transporte provocados por el bloqueo de muchos barcos en el mar Negro han reducido la exportación de productos ucranianos. A pesar de que se han enviado más de 30 millones de toneladas de cereales y otros productos alimenticios hasta mayo de 2023, gracias al acuerdo que ahora Rusia ha revocado, los agricultores han reducido la siembra de cultivos.

Foto: Un trabajador agrícola conduce un tractor mientras el humo se eleva en la distancia tras un ataque militar. (Reuters/Andrii Dubchak)
Cómo la explosión de un ducto de amoniaco puede dinamitar el acuerdo del grano entre Kiev y Moscú

Ahora, sin pacto, las pérdidas son cada vez más mayores para la agricultura. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) apuntó que el 90% de las empresas de este sector perdieron ingresos y que el 12% reportó minas en sus tierras. La tierra plantada con granos se redujo el año pasado a 11,6 millones de hectáreas, de los 16 millones de hectáreas en 2021. "Ahora, lamentablemente, tenemos un ingreso casi cero. Necesitamos un precio justo para los productos", concluye Oleksandr.

Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, anunció este lunes el fin del acuerdo del grano hasta que "se complete la parte rusa". La cancelación del pacto ha tenido lugar después de que Rusia haya afirmado que se le impide exportar adecuadamente sus productos alimenticios. Mientras las autoridades occidentales, así como el presidente Erdogan, están intentando negociar con el Kremlin para intentar hacerle entrar en razón, por ahora no hay indicios de que Moscú vaya a dar marcha atrás. Además de las condenas internacionales por la decisión, un funcionario de la ONU dijo a CNN bajo condición de anonimato que la principal preocupación es cómo esta situación puede afectar al hambre en el mundo.

Foto: Artillería ucraniana en el frente de Chasiv Yar. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)
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Para Ucrania, el fin del acuerdo del grano empeorará la situación agrícola en un país sumido en una guerra desde hace más de un año y que ha sufrido, además, una catástrofe ecológica tras la explosión de Nueva Kajovka. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, describió la situación como "una bomba ambiental de destrucción masiva".

A pocos kilómetros de la casa de Natalya Mikolayvna, en el centro del pueblo, han pintado unas flores en un mural. Son las únicas que creen que van a poder ver. "Todo está destruido, hasta nuestras flores", lamenta Mikolayvna.

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