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Alemania Federal compró a numerosos agentes de la Stasi tras la caída del Muro de Berlín Friday, 06 October 2023

Alemania Federal compró a numerosos agentes de la Stasi tras la caída del Muro de Berlín

Decenas de espías de la RDA ofrecieron sus conocimientos a Occidente a cambio de dinero


La República Federal Alemana compró los servicios de numerosos agentes y espías del Ministerio para la Seguridad del Estado (Stasi) de la ya extinta República Democrática Alemana que cambiaron de bando tras la caída del Muro de Berlín en 1989.

La Oficina Federal para la Defensa de la Constitución, responsable de los servicios de inteligencia interiores y contraespionaje, gastó al menos un millón y medio de marcos -unos 750.000 euros al cambio de hoy- en pagos a los espías germanoorientales dispuestos a delatar secretos de la Stasi, según revela el historiador alemán Michael Wala, que tuvo acceso a una lista confidencial de agentes «traidores» elaborada en 1998 para documentar su libro ‘El mito de la Stasi’, publicado este viernes.

Eberhard Lehmann, vicedirector hasta la caída del Muro de Berlín del departamento de contraespionaje de la Stasi, fue el mejor pagado al recibir 131.442 marcos de entonces por compartir sus conocimientos con quienes habían sido sus enemigos durante décadas. Sus revelaciones condujeron a la detención y condena del político cristianodemócrata de Hamburgo Gerd Löffler, un infiltrado de la Stasi en el parlamento de la ciudad-estado portuaria.

Disquetes con datos

También Ralph Dieter Schlunzig, alto oficial del departamento de espionaje y contraespionaje de telecomunicaciones de la Stasi fue recompensado con más de 100.000 por ceder sus conocimientos. Schlunzig entregó seis disquetes con 4.000 archivos con datos de agentes de los servicios secretos germano occidentales y de la CIA que había desenmascarado la Stasi.

Según el historiador, al menos 177 miembros de la Stasi ofrecieron sus conocimientos a los servicios de inteligencia de Alemania Occidental en otoño de 1990, cuando se produjo la reunificación del país y la RDA dejó de existir. En aquel momento todos perdieron su trabajo y engrosaron las filas de parados. 86 de ellos acabaron colaborando con las distintas agencias de espionaje federales, alguno como el agente germano oriental con el nombre clave ‘Konus’ por tan solo 100 marcos, unos 50 euros al cambio de hoy. Los pagos contradicen la leyenda alimentada por los antiguos oficiales de la Stasi de que sus hombres eran tan fieles ideológicamente hablando que nunca se dejarían comprar por el enemigo.

Naturalmente hubo casos ejemplares. Según el libro, Werner Grossmann, último jefe de los servicios de inteligencia exteriores de la RDA, disfrutaba aún décadas después del fin de su país contando la historia de Hagen Blau, un alto diplomático alemán occidental.

Blau fue reclutado por la Stasi cuando era estudiante en Alemania Occidental, consiguió hacer carrera en el ministerio federal de Exteriores y ocupó altos cargos en el extranjero. Grossmann se preciaba de su fidelidad absoluta al estado comunista y de que nunca se dejó comprar. El diplomático fue desenmascarado en 1990 y condenado a seis años de prisión por alta traición.

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