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Uno de los mayores problemas para Ucrania está a punto de empezar a 8.000 km del frente Saturday, 04 March 2023


La retaguardia ucraniana es una de las claves de resistencia contra la invasión de Rusia. No hablamos de Kiev, donde se toman las decisiones políticas y militares más importantes; tampoco de las provincias occidentales, nuevo hogar de millones de desplazados por la destrucción del Donbás y de las regiones del sureste; ni siquiera de Polonia o Alemania, que sirven de base para entrenar soldados y reparar maquinaria. Hablamos de Estados Unidos. El país sin cuya asistencia, probablemente, el esfuerzo de Ucrania habría discurrido por caminos muy distintos.

La ayuda económica y militar sigue siendo aprobada en los despachos de Washington, a unos 8.000 kilómetros del campo de batalla. Pero estos despachos los ocupan cargos electos y estos cargos electos son sensibles a la opinión pública norteamericana; incluso dependientes. Y, si bien la simpatía general hacia el respaldo a Ucrania sigue siendo relativamente alta, un año después el ardor disminuye y las fisuras crecen. Especialmente entre los votantes republicanos y entre sus líderes, que tienen la vista puesta en las presidenciales de 2024.

Foto: La embajadora de Estados Unidos en España, Julissa Reynoso. (S. B.)
"Estamos muy muy satisfechos, del apoyo letal y no letal que ha enviado España a Ucrania"

Joe Biden "está muy preocupado por las fronteras al otro lado del mundo. [Pero] no está haciendo nada para proteger nuestras fronteras aquí en casa". El autor de estas palabras es Ron DeSantis, gobernador de Florida y, según varias encuestas, único político republicano con posibilidades de arrebatarle a Donald Trump la candidatura presidencial del partido.

La declaración de tintes aislacionistas de DeSantis, efectuada durante una entrevista en Fox News, lo coloca muy cerca de Trump y de un segmento creciente de votantes conservadores. Según la agencia sociológica Pew Research Center, la proporción de republicanos que piensa que Estados Unidos está ayudando "demasiado" a Ucrania ha pasado del 9%, en marzo del año pasado, a un 40% en enero de 2023. Más de la mitad creían, hace un año, que la invasión de Ucrania suponía una "amenaza importante" para EEUU. Hoy ese porcentaje ha bajado al 29%. Otra encuesta, de AP-NORC Center, refleja números similares.

Ahora los republicanos, la inmensa mayoría de los cuales han ido aprobando las partidas de ayuda a Ucrania, cuestionan el tamaño y la transparencia de estas partidas. Solo en asistencia militar, EEUU ha proporcionado al Gobierno de Ucrania cerca de 44.000 millones de dólares en el último año, según la contabilidad que lleva el Kiel Institute for the World Economy. Es más del triple que los nueve siguientes contribuyentes juntos. El coste total, incluyendo la ayuda financiera y humanitaria, llega a los 113.000 millones de dólares. Un respaldo que, de momento y a la vista de la continuación de las hostilidades un año después, sigue teniendo un final abierto.

"Todos estamos preocupados por la rendición de cuentas", declaró Joe Wilson, representante republicano de Carolina del Sur, durante una comparecencia de altos cargos del Pentágono. "Por favor, publicitemos esto para que el pueblo estadounidense pueda confiar en las partidas de gasto". Otros compañeros de partido expresaron su inquietud acerca del destino de las armas en un país con notables problemas de corrupción, y también protestaron demócratas. "¿Cuántas veces más cree que tiene el Congreso que dar ayuda?", preguntó Ro Khanna, representante demócrata de California. "¿Cuál cree que es, al final, el objetivo final?".

De acuerdo con The New York Times, la reducción del apoyo republicano a la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania ha hecho que el propio Volodímir Zelenski intente organizar una conversación con el presidente de la Cámara de Representantes y líder de la mayoría republicana, Kevin McCarthy. Y así convencerlo de viva voz de la necesidad de continuar mandando ayuda financiera y armas.

El debate sobre Ucrania también se desparrama hacia cuestiones de política interior. Los republicanos acusaron a Joe Biden de no visitar la localidad de East Palestine, en Ohio, donde descarriló un tren cargado de sustancias químicas tóxicas. El hecho de que el presidente viajase a Kiev al mismo tiempo que las autoridades gestionaban el siniestro reforzó aún más la estrategia conservadora de pintar a Joe Biden como un líder más ocupado en ayudar a otros que a sus propios compatriotas.

Foto: Biden y Zelenski esta mañana en Kiev. (Reuters)
Biden concluye su histórica visita a Kiev con más promesas de ayuda militar

"Ese fue el mayor bofetón en la cara", declaró Trent Conaway, alcalde de la localidad afectada, a Fox News. "Eso te dice que ahora mismo a él no le importamos (...). Puede mandar todas las agencias que quiere, pero me enteré esta mañana de que estaba en Kiev dando miles de mllones de dólares a gente de allí y no a nosotros".

Cuando más miramos hacia la derecha del partido, más duras se vuelven las críticas a la asistencia a Ucrania. La congresista conspirativa Marjorie Taylor-Greene declaró recientemente que el principal culpable de la guerra entre Ucrania y Rusia era su propio país, Estados Unidos, y alertó de que las acciones norteamericanas llevarían a la "Tercera Guerra Mundial". Uno de sus correligionarios, el representante Matt Gaetz, propuso una ley que terminase con las ayudas a Ucrania. Bajo el título de "Fatiga de Ucrania", la legislación fue apoyada por solo 10 congresistas republicanos.

Una de las voces más influyentes a la hora de cuestionar la política de Joe Biden en Ucrania es la de Tucker Carlson, presentador estrella de Fox y recipiente de las opiniones más afiladas del aislacionismo y del nacionalpopulismo. En los últimos meses, Carlson ha acusado a la Administración Biden de ser una entidad "geriátrica e irracional", que actúa de acuerdo a valores caducos y perjudiciales para los intereses de EEUU. Su aliado, Zelenski, sería un nuevo "Lenin" dotado de poder tiránico.

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La insistencia de estas figuras del trumpismo ha permitido a Biden culparlos a ellos del descenso del entusiasmo y describirlo como un fenómeno limitado a la militancia MAGA [acrónimo del eslogan trumpista Make America Great Again]. Un movimiento político que el presidente de EEUU ha pasado de tratar de cortejar, al inicio de su mandato, a tacharlos de peligro para las instituciones democráticas.

Otra manera que ha tenido Biden de sortear las críticas es colocando su foco en cuestiones domésticas. En su reciente discurso del Estado de la Unión, en la que el presidente repasa el estado del país y de sus políticas, la guerra de Ucrania prácticamente brilló por su ausencia. La inflación continúa desatada y algunas predicciones económicas apuntan a que el país podría entrar en recesión a finales de 2023, lo cual pone los cuantiosos envíos a Ucrania en un marco sensible.

De momento, gracias al paquete de asistencia masiva aprobado a finales del año pasado, la ayuda norteamericana al Gobierno de Zelenski está asegurada hasta el verano. Para entonces, el ciclo político estadounidense habrá avanzado un poco más cerca de las presidenciales del año que viene, conoceremos nuevos aspirantes, sabremos si Biden intentará o no repetir mandato y la ya de por sí enérgica política estadounidense volverá a entrar en una de esas etapas de esteroides donde todo se convertirá en un arma arrojadiza. Veremos cómo se utiliza la cuestión de Ucrania.

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