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Los secretos mejor guardados de la novela negra española Monday, 05 June 2023


A Rosa Ribas (Barcelona, 1963) le asustó hace unos días la llamada de los responsables del Festival Bruma de novela negra en Plentzia —en uno en el que, además, se come muy bien— para otorgarle el premio a la trayectoria. La escritora, que tiene 17 novelas publicadas más otros tantos libros colectivos, y que ha creado a personajes tan singulares y aplaudidos como la familia de detectives Hernández, no se creía que le dieran este galardón. "Es que como llegué tarde a la novela negra y viví tantos años en Alemania siempre pienso que soy la nueva y que acabo de llegar", cuenta divertida a este periódico. En realidad, sabe que no es verdad: es una de las autoras del género negro más asentadas de este país (y con mejores críticas). Y si usted aún no la conoce, ya le toca. Ahora tiene oportunidad puesto que se acaba de publicar Nuestros muertos (Tusquets), la última parte de la trilogía de los Hernández.

"Yo no quiero pasar a la historia, pero quería ofrecer a las editoriales grandes algo que no me pudieran decir que no"

El caso de Francisco Bescós (Oviedo, 1979) es algo distinto, pero con algunos paralelismos. Es más novato. Hasta la fecha tiene cuatro novelas negras publicadas en editoriales independientes, pero en todas ellas ha dejado ver su buen pulso narrativo, su buena mano con los personajes y ha caído algún premio como el Cartagena Negra o el Villanúa Rural Noir. Y ahora tiene otro gran hard boiled —la novela negra más urbanita, adrenalínica y violenta—, La ronda (Roja y Negra, dentro del grupo Penguin) recién llegada a las librerías. El libro que puede hacer que usted también lo conozca por fin. "Quería tener una carrera en la novela negra. No oculto que tengo ambición por la novela de evasión, que es la que me gusta, y no tengo ningún tipo de complejo. Yo no quiero pasar a la historia, pero quería ofrecer a las editoriales grandes algo que no me pudieran decir que no. Se la presenté a la agencia literaria Hanska y les gustó mucho. Era todavía una novela en proyecto y un año después con un manuscrito presentable lo presentamos a dos editoriales y Roja y Negra dijo que sí inmediatamente. Y a partir de ahí lo he ido trabajando con ellos muy a gusto. Es otra experiencia distinta a la de la editorial independiente, pero ahora ver este ruido es bastante sorprendente", resume.

En definitiva, Rosa Ribas y Francisco Bescós son dos de los secretos mejor guardados de la novela negra española. Y ahora vienen más razones que explican por qué.

Personajes muy atractivos

Hasta la aparición de la familia de detectives Hernández con Un asunto demasiado familiar (2019), Ribas había publicado novelas policiacas mano a mano con Sabine Hoffmann —vivió casi veinte años en Alemania— más todos los casos de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor. Pero los Hernández fueron un punto de inflexión. Sobre todo porque regresaba a su Barcelona natal en la actualidad, concretamente al barrio de Sant Andreu —un barrio que todavía tiene bastante de pueblo— y porque los personajes y las tramas son algunas de las más atractivas de los últimos años dentro del género negro.

’Nuestros muertos’, de Rosa Ribas.
‘Nuestros muertos’, de Rosa Ribas.

"Nunca pensé en hacer una serie, quería escribir la primera y que fuera una novela sobre familias. Me vino la idea de crear una familia de detectives, gente que se dedica a descubrir los secretos de los demás, pero a la vez esta propia familia está llena de secretos", comenta. Así nacieron estos Hernández, un núcleo familiar donde no se sabe bien qué hace el padre, qué trama la madre, qué les esconde la hija… Tienen, además, un aire muy de cómic. "Es una familia que hace que nuestras familias parezcan normales. Son muy viscerales, pero también son detectives muy realistas. Tienen todo menos glamour y lo llevan con naturalidad absoluta (hasta matar a alguien). Y como se están saltando la línea roja todo el rato por eso tienen ese aspecto de trazo duro", señala. Tienen mucho también de los personajes de Patricia Highsmith, esa ambigüedad moral. Ribas leyó mucho a esta escritora antes de ponerse con los Hernández. "Fue la maestra de esta manipulación porque hace que tú vayas con Ripley que es un tipo que se va cargando gente porque le molesta. Es ficción, por supuesto, pero te lleva a cuestionarte hasta dónde llegaría yo".

"La idea era una familia de detectives, gente que se dedica a descubrir los secretos de los demás, pero a la vez esta familia está llena de secretos"

Por su parte, Bescós, después de escribir thrillers de ambiente más rural —dos de ellos transcurren en La Rioja— se topó con La ronda tras un accidente que tuvo en moto en la M-30. Habían nacido sus hijos, una de ellas con discapacidad, se acababa de hacer autónomo y "vivía una época de estrés muy grande". Uno de esos días se le olvidó poner aceite en la vespa, se le gripó y se fue al suelo. Tuvo suerte: acabó en el arcén sin que ningún coche le pasara por encima. Rápidamente apareció un operario de Calle30 que le tranquilizó y cortó la autopista. "Y después me empecé a preguntar cómo me había visto este hombre y cómo funcionan este tipo de sistemas que son casi orgánicos, que no vemos y que mantienen en marcha una ciudad como Madrid. Es como el sistema circulatorio del cuerpo humano. Años después iba por la M-30 llevando a uno de mis hijos y visualizo la idea de ese mismo operario siendo víctima de una especie de crimen perfecto. Y tiro de la idea hasta que se convierte en algo más grande, que creo que es la gran virtud del libro: comienza como una novela de investigación casi hiperrealista y acaba en una cosa superpirada, creo que podría haber metido hasta marcianos", relata.

Efectivamente, las primeras páginas de esta novela son una narración al minuto de lo que va ocurriendo en una comisaría y cómo se inicia la investigación de un crimen. Y toma una velocidad de vértigo. "Siempre quiero meter mucha acción en muy poco tiempo. Yo lo llamo Horror Vacui narrativo. En este libro hay dos investigaciones en paralelo y no se sabe si están conectadas o no, y aparecen muchos puntos geográficos de Madrid", afirma.

’La ronda’, de Francisco Bescós.
‘La ronda’, de Francisco Bescós.

Los personajes, como ocurre con las novelas de Ribas, son también inolvidables, aunque por motivos muy distintos. En La Ronda hay un policía, Seito, que sin dejar de ser joven, es consciente de que su tiempo ya ha pasado (está en la cuarentena). "Es un personaje que años atrás había sido el macho alfa y una serie de circunstancias como caer en desgracia en el trabajo y al mismo tiempo que te nazca un niño con una parálisis cerebral son ciertas cosas que no llega a comprender. Se define a sí mismo como la persona que se sabía todas las canciones que pinchaban en la Vía Láctea y ahora es un ser ridículo que anda por Malasaña y no sabe encontrarse a sí mismo porque no sabe aceptar que el tiempo ha cambiado", describe. Un gran reflejo de la crisis masculina a cierta edad.

Luego está la policía, Dulce O’Rourke, que te entra por los ojos nada más aparecer en la primera página. Le ocurre algo parecido a la Lucía de sus anteriores novelas. Mujeres fuertes y menos dadas a las dudas que sus compañeros. "O’Rourke es una persona más grata que Seito porque conoce mejor sus defectos e intenta luchar contra ellos de forma pintoresca. Además, me gusta trabajar los personajes femeninos porque tienen ciertos conflictos dramáticos asociados al hecho de ser mujeres. Muchas de las cosas que han hecho en la vida les han costado más. Tienen que luchar más para hacerse valer", reconoce Bescós.

Barcelona, decadente, Madrid de la M-30

Las novelas de Ribas y Bescós son urbanitas, aunque en ambas hay un ramalazo de pueblo. Y las dos nos muestran el carácter de las ciudades en las que se ambientan. Nuestros muertos ocurre en Barcelona, pero una muy alejada de los fuegos artificiales de los noventa y primera década de los 2000. Es la Barcelona posprocés, triste, agotada y derrotista.

"Cuando volví de Alemania me encontré con el discurso de que la ciudad estaba deprimida, que nos habíamos vuelto gris… Y se me ocurrió que esto siempre es caldo de cultivo para oportunistas, ese que viene y dice, yo esta ciudad la levanto solo y monto una expo universal como los JJOO", sostiene la escritora sobre la trama de su novela. Más allá de la ficción, ese discurso depresivo sí era real y a Ribas le chocó mucho cuando volvió a su ciudad natal. "Había un mantra negativo que era una constante, Y yo lo que veía es una ciudad bellísima, y con una gran efervescencia cultural. Es verdad que cuando muchas grandes empresas, algunas muy emblemáticas, se largaron, eso dejó una sensación de nos vamos a la porra. Si hay algo catalán es La Caixa y si La Caixa se va… Hubo una sensación de pérdida de poder económico porque esta es una ciudad burguesa de servicios y eso provoca una sensación de decadencia. Hubo una bajona, pero a mí me daba rabia porque también había muchas cosas. Ahora esto se ha tranquilizado", manifiesta.

"Si hay algo catalán es La Caixa y si La Caixa se va… Hubo una sensación de pérdida y decadencia en Barcelona que ahora se ha tranquilizado"

Por su parte, en la novela de Bescós, aunque es muy fácil reconocer Madrid, tiene poco que ver con el thriller turístico. El suyo es el Madrid de la M-30. "Me gusta el thriller con ubicación geográfica, pero el turístico no. Yo el Madrid que llevo viviendo los últimos ocho años, desde que nacieron mis hijos, es un Madrid en el que no hay concesiones, ni nada turístico, nada histórico, nada pintoresco. Es un Madrid en el que te desplazas en coche, viajas a zonas residenciales, a veces a lugares de oficinas y eso es lo que me parece atractivo desde un punto de vista narrativo", sostiene. Eso hace que la ciudad parezca hostil y cruel. Cero cuqui. "Pero es porque la novela es hostil y cruel, lo cual matizo mucho porque le meto cierto sentido del humor que creo que está muy emparentado con la tradición literaria castellana que me gusta. Es una novela cruel pero no por ser Madrid. El Madrid que yo pinto no es tanto hostil como monótono, rutinario, muy del día a día", añade.

Foto: iStock.
Foto: iStock.

Novelas buenas, regulares y espantosas

Ambos escritores publican sus novelas en una época en la que el género hace tiempo que dejó de ser un boom para estar perfectamente asentado y además gozar de todo tipo de variantes y todo tipo de historias en España. Y ellos, una con una novela más en la tradición del detective y el otro en la policiaca-violenta, han encontrado su sitio. Incluso en los festivales que hay a lo largo de toda la geografía española. "Sí, cada vez hay más porque todos los pueblos quieren tener el suyo, pero la verdad es que son experiencias muy gratas. Ves que el lector puede acercarse a los escritores y cenar con ellos. Yo creo que tienen su sentido", comenta Bescós.

"La buena salud del género es cuando hay una gran variedad de estilos y calidades. Novelas buenas, correctas y espantosas"

Con respecto a la enorme variedad de títulos de negra, ambos escritores lo aplauden. "En España se practican ya todo tipo de nichos. El que más éxito tiene a nivel comercial es el más influido por la novela escandinava. Esa literatura tan fría, cruel y sádica a mí no me gusta. Yo creo que la novela negra tiene que ser violenta, pero eso no significa que tenga que ser sádica. Me gusta que la novela negra entronque con una tradición literaria más nuestra y que tiene más que ver con la novela picaresca. Rinconete y Cortadillo dicen que es la primera novela negra española y eso es lo que me gusta", manifiesta Bescós.

Ribas coincide: "Es un género que cada vez se practica con más libertad a pesar de que algún talibán suelto que dice que si no la escribimos como en los años 50 eso no vale. Y tiene que entretener también. Que sea amena, que es algo que hay que reivindicar siempre, la amenidad de la lectura". Y que haya para todos: "La buena salud del género es cuando hay una gran variedad de estilos y calidades. Novelas buenas, correctas y espantosas, porque eso también es una señal de que hay un ecosistema cada vez más robusto y variado. Y eso es una buena señal. Lo que yo me pregunto es si hay suficientes lectores para tanta producción. Hay lectores muy fieles, pero no sé si tantos como piensan los editores", zanja.

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