Los ucranianos continúan con uno de los mayores engaños de la guerra: la construcción de réplicas baratas de armas reales para confundir a los satélites y unidades de reconocimiento rusas, que luego malgastan misiles, drones y munición para destruirlas. La jugada les funcionó a la perfección con las baterías Himars, que siguen intactas después de más de un año en el campo de batalla y, al parecer, el éxito continúa con reproducciones exactas de sistemas de defensa aérea, tanques y obuses fabricados con madera contrachapada, viejas cañerías, chatarra y gomaespuma

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Ucrania comenzó el engaño construyendo vehículos falsos para confundir a los invasores rusos y proteger su arma ofensiva más efectiva, las baterías de misiles Himars. Las baterías falsas estaban hechas de madera y tuvieron tanto éxito que los rusos afirmaron en su día que habían destruido más baterías que las que realmente tenía el ejército de Kiev. Según fuentes del Pentágono, sin embargo, todos los HIMARS siguen activos mientras Rusia malgasta costosos misiles — hasta diez misiles crucero 3M-54 Kalibr según sus cuentas, cada uno con un precio de casi un millón de dólares — en la destrucción de estos señuelos.

Ahora, como muestra la CNN en directo desde el corazón de Ucrania y las líneas de batalla, una empresa siderúrgica está totalmente dedicada a crear armas falsas para engañar al enemigo y erosionar su capacidad ofensiva mientras las armas reales incrementan sus posibilidades de supervivencia. Es la misma estrategia que los aliados usaron en la 2ª Guerra Mundial para confundir a los Nazis.

Armas occidentales de vanguardia hechas con cañerías viejas y contrachapado

Los ucranianos están construyendo de todo: Desde obuses D-20 ucranianos hasta obuses M777 fabricados en Estados Unidos, pasando por tubos de mortero y radares de defensa aérea y hasta tanques. La lista de réplicas es extensa. De hecho, si un arma está operativa en Ucrania, es probable que Metinvest la haya replicado o esté en proceso de hacerlo. Antes de la guerra, Metinvest era el mayor grupo metalúrgico de Ucrania y no tenía ninguna relación con la fabricación de armas. Sin embargo, ahora, en un hangar de un vasto complejo industrial en Ucrania central, la empresa monta una impresionante colección de réplicas de la última tecnología militar estadounidense y europea.

El portavoz de Metinvest, que prefirió mantenerse en el anonimato, explicó a CNN que el objetivo de estas réplicas es doble: "Salvar vidas ucranianas y engañar a los rusos para que desperdicien sus propios drones kamikaze, obuses y misiles, que son muy caros". La idea es que, desde el cielo, los señuelos sean marcados para el ataque. Para lograr esto, se ha buscado un equilibrio en la elección de materiales, combinando madera contrachapada barata con metal, para engañar a los radares y drones rusos que buscan firmas térmicas.

"La guerra es cara y necesitamos que los rusos gasten dinero usando drones y misiles para destruir nuestros señuelos", afirma el portavoz. "Los drones y misiles son caros. Nuestros modelos son mucho, mucho más baratos". El obús M777 de 155 mm original cuesta varios millones de dólares. La versión de Metinvest cuesta menos de $1000 y se fabrica con tuberías de alcantarillado viejas. Para las fuerzas rusas, el coste de su destrucción sigue siendo el mismo, malgastando un misil de cientos de miles de dólares o un dron de decenas de miles.

Al principio, los señuelos eran bastante rudimentarios pero, a medida que la guerra ha avanzado y el armamento que llega al país se ha vuelto más sofisticado, también lo han hecho las réplicas de Metinvest, cuyo verdadero indicador del éxito es el tiempo permanecen en el campo. Si un diseño sobrevive demasiado tiempo, los diseñadores vuelven a trabajar en ellos. "No contamos el número de señuelos producidos, sino el número de los destruidos, y eso es lo principal para nosotros", dice el portavoz. "Cuanto antes se destruyan nuestros señuelos, mejor para nosotros". Según Ucrania, los rusos han destruido cientos de estas máquinas. Tantos que la empresa tiene dificultades para satisfacer la demanda del ejército.

The Guardian contó recientemente cómo la idea de los señuelos surgió de tres altos directivos de Metinvest al inicio de la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022. En ese momento, Ucrania tenía un arsenal significativamente menor en comparación con Rusia. Uno de los directivos comentó al periódico que la idea era que, si los rusos veían muchas armas, podrían dudar en avanzar o bombardear un área, convirtiéndo un arma falsa hecha con un montón de hierros y contrachapado en un arma de engaño y desgaste real.

Igual que contra los Nazis

Pero la idea de reproducir armamento pesado para engañar al enemigo no es original de estos tres empresarios. Viene de muy atrás y su mayor exponente fue la invasión de Europa por las fuerzas aliadas en Normandía. La Operación Fortaleza es el mejor ejemplo de esta táctica que, combinada con otras operaciones de inteligencia, fue tan efectiva que engañó a Hitler y sus espías igual que lestas armas están engañando a las fuerzas de Vladimir Putin.

La estratagema aliada fue la mayor operación de desinformación de la historia. Por el norte, mantuvo al ejército nazi en Noruega hasta el final de la guerra por decisión del propio Führer. Pero aún más importante fue la parte sur del engaño, diseñada para hacerles creer que los aliados atacarían por la zona de Calais y que Normandía era sólo una distracción.

Para realizar este engaño, americanos e ingleses crearon un ejército de goma y madera al que llamaron el Primer Grupo de los Ejércitos de EEUU al mando del ya entonces legendario General Patton. Construyeron cientos de aviones de lona, tanques inflables y lanchas de desembarco de madera, que posicionaron en la zona ideal para invadir Calais. Combinado con varias operaciones de contrainteligencia y cables de radio, el engaño fue tan efectivo que los nazis se lo tragaron por completo, creyendo que el ataque principal se produciría en Calais incluso días después del famoso desembarco de Normandía.

El éxito fue tal que, hoy en día, los militares norteamericanos siguen creyendo que los señuelos son fundamentales para confundir a las fuerzas de ataque enemigas e inutilizar sus defensas (también al contradio: los iraquíes y los serbios usaron también armas inflables y de madera para confundir a los aliados). Por eso, el Pentágono ha seguido invirtiendo millones de dólares en programas diseñados para engañar a sensores infrarrojos y de radar.

El engaño como arma del futuro​

Para la defensa han pasado de usar rudimentarios tanques hinchables a crear copias perfectas de los modernos tanques M1 Abrams capaces de reproducir su perfil térmico. Según los norteamericanos, ni satélites espías ni cazabombarderos con sensores infrarrojos son incapaces de distinguir un M1 Abrams real de uno falso. Estos señuelos — que sólo pesan 23 kilogramos y se pueden transportar fácilmente en cualquier bolsa de lona o mochila táctica — sólo cuestan 3.000 dólares en comparación con los más de cuatro millones del dólares de un tanque real.

Para el ataque, el Ejército americano ha desarrollado un misil capaz de confundir a las defensas aéreas, ya sean baterías de misiles tierra-aire o cazas interceptores. Este vehículo de usar y tirar es capaz de emitir señales electromagnéticas para que los radares enemigos crean que son aviones de combate reales. Los aviones fantasma pueden ser usados para simular escuadrones completos, sembrando la confusión con docenas de objetivos falsos mientras los aviones de ataque reales atacan por otros ángulos.

El Pentágono expandirá la táctica con su programa del caza NGAD — dominio aéreo de nueva generación en sus siglas en inglés — también utilizará este tiempo de misiles así como drones inteligentes autónomos que harán de señuelos y protegerán las aeronaves pilotadas por humanos.

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