Pilar González Ruiz

Santander

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Domingo, 15 de septiembre 2024, 07:49

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Antes de recoger el Faro de Honor Carlos Saura junto a la directora, guionista y productora Isa Campos, y de darse un paseo en barco por la bahía, Isaki Lacuesta (Girona, 1975), preseleccionado con ‘Segundo premio’ para representar a España en los Oscar, reflexiona sobre su estilo cinematográfico, los premios y los mitos en el Festival de Cine de Santander.

–¿Qué representa una posible nominación a los Oscar?

–Cuando era niño, recuerdo que leía de los Oscar. Era una forma que tenía en Banyoles de descubrir películas que tenías que ver. Luego le pierdes el respeto y cuando ya no te importa, es cuando te dicen que te pueden dar uno.

–A Santander vienen a recoger el Premio Carlos Saura, que evoca a un peso pesado del cine.

–Es curioso, porque ha habido unos años en los que había una sensación de matar al padre y en cambio, en nuestra generación, hay un consenso de gran admiración, de tomarle como ejemplo. Casi todo el mundo lo hace. Raúl Arévalo, Carla Simón… Todos somos grandes adoradores de Saura. Ha sido un modelo de libertad. Siempre hizo lo que le dio la gana, cambiando de forma, de estilo. Cuando hubiera podido seguir imitándose a sí mismo, siempre salía por otro lado. Es un referente muy importante.

–¿Un ejemplo de coherencia?

–Sí, pero de coherencia en el mejor sentido. Porque a veces se entiende como repetir un estilo y es justamente lo que no hizo. No paró de inventarse formas nuevas.

–¿Es una lectura que podemos hacer con su propio trabajo, poblado de estilos muy diferentes?

–En mi caso, he tenido la suerte de no tener un éxito tan grande como para que me pidan que me repita. Eso se ajusta muy bien a mi naturaleza. Hago las cosas que me apetece descubrir. Trabajar me da mucha pereza, así que necesito hacer cosas que no sepa cómo se hacen, divirtiéndome mientras las hago.

–¿Plantea el éxito entonces como un posible peaje de estilo en el que encasillarse?

–Claro, es un peligro que ocurre. Lo he visto con compañeros y lo hemos hablado mucho. En el arte es algo delicado. Lo contrario por ejemplo de un panadero. Cuando encuentra la fórmula perfecta para hacer el mejor pan, le piden que lo repita y todos estamos contentos de que ese pan sea siempre igual. En cambio, en algo creativo, cuando haces algo que a la gente le encanta, te piden que hagas lo mismo, pero al mismo tiempo cambies. Eso es lo que veo muy difícil.

–Ha mencionado el concepto descubrimiento. ¿Qué ha descubierto en esta película?

–Creo que lo más distinto ha sido la mezcla de realismo y fantasía en el mismo plano y al mismo tiempo. En mi cine siempre ha habido una pulsión realista y otra tendente a lo mágico, que se han ido alternando y que en esta película están más solapadas.

–¿Hay una parte de fan en esta no historia de Los Planetas?

–Hay una historia que no conocía que es la literatura de fans, en la que se imaginan cómo es la vida de sus personas admiradas. Lo vi en Mariana Enríquez que ha hecho un libro sobre Suede y analiza ese fenómeno, que nació con Byron, con Liszt y esa pulsión de inventar historias. Un aspecto recurrente es imaginar que tienen relaciones amorosas entre ellos.

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Proyecciones de hoy

Centro Botín. ‘Sail GP: Racing on the edge’ (18.00 h), con Borja Cantera y Diego Botín. ‘Casi el paraíso’, (20.30 h), con Juan Curi.

Filmoteca de Cantabria. ‘Las niñas de los duraznos’ (17.30 h), ‘Ocho apellidos marroquíes’ (20.00 h).

–¿Hizo ese mismo ejercicio con los miembros de la banda?

–En la película está esa idea de que todas las canciones de amor y despecho no están escritas para amantes, sino entre el cantante y el guitarrista.

–Hay una parte cántabra en esta película, Cristóbal García, el productor.

–Una muy importante. La principal. Cristóbal ha sido el motor. Es un proyecto que nace de él, que ha sostenido durante muchos años. Sin él la película no existiría. Estar aquí con él de anfitrión es especialmente bonito.

–Mantendrán un encuentro con el público. Esa parte de explicar los entresijos, ¿le gusta o considera que todo se cuenta en la pantalla?

–Conceptualmente me parece absurdo. Es como si un músico pusiera un disco y después lo explicara. Pero una vez estoy, lo disfruto, me gusta y lo paso bien.

–¿Se ha encontrado sorpresas al hacerlo?

–Sí, sí. Siempre se dice que no la terminas hasta el último día de mezclas, pero la película la seguimos escribiendo y cambiando mientras la contamos. Seguimos intentando engañar al espectador y que descubra cosas nuevas.

–El Premio Carlos Saura se lo dan a usted y a Isa Campo como codirectora y guionista. ¿Sigue siendo complejo que a una mujer la valoren por igual?

–’La próxima piel’ fue la primera película que codirigimos y la firmamos los dos, en orden alfabético; Isa Campo e Isaki Lacuesta. Y solo me nombraban a mí. Siempre te quedaba la duda de si era porque había hecho más películas previas o era una cuestión de machismo. Ha cambiado mucho en pocos años, para mejor, pero en aquella época, periodistas con mucha conciencia feminista ahora, solo me citaban a mí. Creo que hay cosas que ahora no ocurrirían y otras que se repetirían. Sigue siendo más difícil.

–Hablando de cambios; se graduó en la primera edición del Máster en Documental de Creación de la Pompeu Fabra. ¿Percibe muchos cambios en la formación actual?

–El conocimiento es infinitamente mayor. En nuestra promoción no sabíamos nada. Nos apuntamos casi por intuición hacia un tipo de cine que no sabíamos lo que era. El primer profesor que tuvimos fue Frederic Wiseman y no sabíamos quién era, cuando ahora forma parte del canon de cualquier estudiante. Dejé de dar clases hace unos años, pero se nota que saben mucho más.

-Si el cine es una forma de contar la vida impregnada de las propias experiencias, cuando te inflige un golpe duro como la muerte de un hijo, ¿cambia la forma de hacer películas?

–Es que se puede hacer de tantas formas… Puede ser autobiográfico o completamente ajeno. No necesariamente debe cambiar, pero no lo sé; todavía es muy pronto para saberlo.

–¿Cree que las historias que cuentan Isa e Isaki las cuente una inteligencia artificial?

–A mí me atraen las tecnologías nuevas siempre. He jugado con la inteligencia artificial y me he divertido mucho. El problema, como siempre, es que las legislaciones siempre van tarde. Las formas de desarrollo me parecen delictivas, pero la herramienta apetecible.