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Italia rectifica y da la espalda al gran plan chino para vertebrar el mundo Wednesday, 13 December 2023

Italia rectifica y da la espalda al gran plan chino para vertebrar el mundo

Era el único país del G7 que había decidido participar en la Nueva Ruta de la Seda. Ya no lo hará, y teme pagar las consecuencias


Zigor Aldama

Zigor Aldama

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Miércoles, 13 de diciembre 2023, 12:30

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Dicen que rectificar es de sabios. Lo que no se suele señalar es que puede salir caro. Y eso es lo que teme Italia ahora, porque su primera ministra, Giorgia Meloni, ya ha informado a China de que abandona la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Más conocida como ‘la nueva Ruta de la Seda’, es el megalómano plan que el presidente chino, Xi Jinping, diseñó poco después de llegar a la cúpula del poder para hacer valer el recién adquirido rol de superpotencia y vertebrar el mundo de forma alternativa a la de los poderes colonizadores tradicionales.

Los países en vías de desarrollo, sobre todo en Asia y África, no tardaron en sumarse al proyecto. Esperan que China materialice su promesa de construir las infraestructuras que les permitan salir de la pobreza y darle un bocado a la globalización que ha convertido al gigante asiático en la segunda potencia mundial. Los países desarrollados, sin embargo, desde el principio consideraron el plan chino como una afrenta. Al fin y al cabo, China es el principal ‘rival sistémico’ de Occidente.

Italia, sin embargo, rompió el consenso el G7 al convertirse en el único miembro que se adhirió a la Franja y la Ruta (IFR, por sus siglas en español), convencida de que podría resultarle beneficioso. Han pasado ya casi cuatro años de aquella firma, y Meloni está convencida de que el acuerdo no ha tenido nada de positivo. Por eso, sin tratar de levantar mucha polvareda, Roma le ha dicho a Pekín que se va, que no cuenten con ella para un plan que muchos ven como un intento de convertir el poderío económico chino en influencia política.

Por eso, hoy analizamos la complicada situación de Europa frente a China y el plan de Xi.

Estos son los tres temas que abordaremos hoy:

  • Italia ya no recorrerá la nueva Ruta de la Seda.

  • Apoyar a Ucrania, hasta que nos toca el bolsillo.

  • No hay plata en Argentina.

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  1. El nuevo orden mundial

    Italia ya no recorrerá la nueva Ruta de la Seda

No se puede sorber y soplar a la vez. Y eso es lo que Europa trata de lograr constantemente en su relación con China. El mundo empresarial ve al país como un mercado apetitoso para productos tan diversos como automóviles alemanes, bolsos de lujo franceses o jamón ibérico pata negra. El crecimiento de la clase media china, sumado a una élite que consume sin mesura, es un bombón que han lamido las multinacionales occidentales todo lo que el Partido Comunista les ha permitido.

El mercado chino ha atraído a multitud de empresas del lujo occidental.
El mercado chino ha atraído a multitud de empresas del lujo occidental. AFP

Los gobiernos occidentales, por su parte, creyeron que las inversiones chinas podían ser un salvavidas para acabar más rápido con la crisis económica iniciada en 2008. Por eso, muchos países concedieron visados ‘de oro’ a quienes metían dinero de dudosa procedencia en ladrillo y en empresas, y facilitaron la adquisición de infraestructuras y la participación en todo tipo de sectores. Esa fue la coyuntura en la que Italia dijo sí al plan de la Franja y la Ruta.

Pero las mismas empresas occidentales que babean con el mercado chino también son conscientes de que ese país no se ha quedado de brazos cruzados, y que contraataca con coches eléctricos, textiles de bajo costo y miel a granel. La balanza se escora así más hacia el lado de la ‘amenaza’ que al de la ‘oportunidad’. El año pasado, Italia aumentó sus exportaciones a China de 13.000 millones de euros a 16.400. Parece un buen resultado, pero palidece en contraste con las importaciones de China, que pasaron de 31.700 millones de euros a 57.500. Quizá por eso, Meloni ha preferido darle la espalda a Xi. Pero de forma discreta, sin hacer ningún tipo de anuncio público. Si se ha conocido, y la primera ministra finalmente ha tenido que dar la cara, ha sido por las filtraciones de diferentes fuentes.

A Giorgia Meloni no le convence la Ruta de la Seda.
A Giorgia Meloni no le convence la Ruta de la Seda. Reuters

Como era de esperar, la noticia no ha caído bien entre los dirigentes chinos, que han acusado a Italia de «calumniar» a la iniciativa. Ya se sabe que tienen la piel muy fina, y Meloni ha tratado de rebajar la tensión subrayando que «hay que tener una buena relación comercial y económica con China». Pero ha dejado en evidencia que la rivalidad va en aumento, y que la cooperación está dejando paso a un creciente enfrentamiento que se aprecia en aspectos como la investigación que la Unión Europea ha abierto sobre los coches eléctricos chinos, con miras a imponerles aranceles.

Que Europa se debe defender es un hecho. Porque China juega con las cartas marcadas y un hiriente doble rasero. Pero que Europa debe tratar de defenderse con más herramientas que aranceles también está claro. Sus fabricantes de automoviles, por ejemplo, se han dormido en los laureles y se han rezagado en la revolución eléctrica, las empresas tecnológicas han perdido la ventaja que tenían, y la industria tiene cada vez menos peso y relevancia. Especialmente preocupante para el futuro resulta que, mientras los jóvenes chinos se centran en liderar el mundo y conquistar las principales instituciones educativas, los europeos caen a plomo en el informe PISA.

China ya es una potencia en infraestructuras.
China ya es una potencia en infraestructuras. Reuters

China no solo avanza en Europa, sino que lo hace en el resto del mundo, mientras Occidente es incapaz de ver y de atajar su claro declive pensando que el mundo aún gira en torno a él. Solo esa ignorancia explica que a muchos europeos les sorprenda saber que puertos como los de Valencia o Bilbao están gestionados por empresas chinas, que también han puesto en marcha las primeras centrales nucleares de cuarta generación, están desarrollando el 6G en telecomunicaciones, y lideran áreas como la inteligencia artificial o la computación cuántica.

  1. Invasión rusa

    Apoyar a Ucrania, claro, pero hasta que nos toca el bolsillo

Cuando Vladímir Putin decidió invadir Ucrania y avanzar hacia Kiev, Polonia abrió las fronteras y las casas de sus ciudadanos a los ucranianos que huían de la guerra. Más de dos millones encontraron refugio en el país vecino. Otros salieron por Hungría o Moldavia, que también los recibieron con los brazos abiertos.

Ahora, sin embargo, los transportistas bloquean las fronteras para que los camioneros ucranianos no puedan circular por su territorio, porque les acusan de competencia desleal. Y algo parecido sucede con el cereal del país invadido, que los agricultores vecinos ven como una amenaza para el suyo. Da igual que sea un salvavidas para que Ucrania pueda mantener a flote su economía.

Volodímir Zelensky, ayer en el congreso de Estados Unidos.
Volodímir Zelensky, ayer en el congreso de Estados Unidos. EFE

Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, algunos políticos conservadores están también cansados de financiar la defensa ucraniana y comienzan a hacer exigencias en política doméstica, con el fortalecimiento de su frontera sur, para desbloquear un generoso paquete de ayuda que, si no se aprueba, puede dejar a Ucrania a merced de Putin. Porque, como los propios militares y políticos ucranianos reconocen, si no fuese por la ayuda occidental hace tiempo que Rusia habría logrado sus objetivos sobre el terreno.

Quizá por todo esto, cuando el rifirrafe americano se resuelva, la atención se pondrá en la Unión Europea, cuya ayuda parece que, al menos de momento, se mantiene. Pero cada vez es más evidente que la factura engorda de forma proporcional a un hastío que también afecta ya a la propia población ucraniana, y se tienen que buscar mecanismos alternativos de financiación para circunvalar las pegas que pone Hungría. Es una guerra de desgaste militar, económico y psicológico, en la que puede que solo gane quien asuma más muertos en las trincheras. Y ahí, Rusia cuenta con mucha más carne de cañón.

Una guerra de desgaste que depende de cuántos muertos pone cada bando. Reuters/AFP
Imagen principal — Una guerra de desgaste que depende de cuántos muertos pone cada bando.
Imagen secundaria 1 — Una guerra de desgaste que depende de cuántos muertos pone cada bando.
Imagen secundaria 2 — Una guerra de desgaste que depende de cuántos muertos pone cada bando.

La única salida alternativa pasa por redoblar la asistencia militar a Ucrania arriesgándose a provocar un enfrentamiento directo entre Rusia y Occidente. Cada vez más analistas consideran que es cuestión de tiempo que ese choque se produzca, y que China se vea obligada a tomar partido en una coyuntura que potencialmente puede desembocar en una Tercera Guerra Mundial. Por eso, hay quienes sostienen que mejor ahora que más tarde, porque el régimen comunista será cada vez más poderoso.

Personalmente, no tengo nada claro que Pekín vaya a poner en peligro el bienestar que ha logrado para la población china por apoyar a Putin. Sus dirigentes son muy pragmáticos y rehúyen los conflictos. No obstante, la cuestión de Taiwán podría estallar en cualquier momento y, con la producción de los chips más avanzados del mundo en juego, Estados Unidos podría verse obligado a actuar. No por los valores democráticos de los que tanto les gusta alardear, sino por los intereses económicos que realmente les mueven. Como hizo con Kuwait.

  1. La Argentina de Milei

    «No hay plata»

Hay que agradecerle a Javier Milei que hable claro. Y de su discurso de investidura hay que quedarse con una frase que va a marcar el futuro más inmediato de Argentina: «No hay plata». Por eso, el nuevo presidente augura recortes que pueden ser especialmente duros y, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, ha comenzado por hacer buena su promesa de reducir el Ejecutivo. Lo ha dejado en nueve ministerios, menos de la mitad de los que ha nombrado Pedro Sánchez. También ha decidido acabar con la publicidad institucional y meter un hachazo a diferentes subsidios, como el del transporte.

Milei, un presidente contra todo.
Milei, un presidente contra todo. Reuters

Independientemente de que sea lógico pensar que Milei tiene algún tornillo suelto, si su ejemplo cundiese muchos otros gobiernos tendrían que pronunciar su frase. «No hay plata». Porque Occidente se está acostumbrando a vivir de la deuda, por encima de sus posibilidades, creando un bienestar ficticio que en algún momento estallará. Algún día habrá que reconocer que no hay dinero para pagar las pensiones, que no tiene ni pies ni cabeza que los jubilados cobren más que el salario medio del país, que el sector público está sobredimensionado y es extrememadamente ineficiente, que no somos ni tan innovadores ni tan competitivos como creemos, y que nuestra juventud no está preparada para el futuro.

Habrá que ver si Milei es capaz de hacer la mitad de las cosas que ha prometido en campaña y, sobre todo, de encarrilar el desastre económico que caracteriza a Argentina desde hace mucho tiempo. Pero, de momento, se agradece que a la población le deje las cosas claras.

Es todo por hoy. Espero haberte explicado bien algo de lo que está ocurriendo ahí fuera. Si estás apuntado, recibirás esta newsletter todos los miércoles en tu correo electrónico. Y, si te gusta, será de mucha ayuda que la compartas y la recomiendes a tus amigos.

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