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HTC lleva dando la murga con el metaverso tanto como FB: por qué nadie se acuerda de ella Saturday, 04 March 2023

La pasada década, alguien tuvo la ocurrencia de llamar HTC Vive al nuevo proyecto de realidad virtual que estaba pergeñando el fabricante de móviles. La decisión tuvo bastante de premonitorio. La marca, la que lanzó el primer Android al mercado y tuvo sus grandes hitos como meter la primera cámara doble en un móvil antes que Huawei, Samsung o Apple, sigue coleando pero lo hace con bastante menos intensidad y vitalidad que en sus días de vino y rosas en el mercado de los smartphones. Desahuciada del negocio que le dio a conocer entre el gran público, ahora esta mítica compañía se agarra como un clavo ardiendo a la idea de que Mark Zuckerberg no está equivocado con su metaverso y que esta vez, sí que sí, estamos ante el empujón definitivo a la industria de la realidad virtual.

Realmente, HTC lleva en la pomada casi el mismo tiempo que la empresa antes conocida como Facebook. En primavera de 2014, la red social anunció que compraba por 2.000 millones la startup Oculus. Nadie, ni propios ni extraños, supo descifrar en aquel momento que aquella operación y con la compra de WhatsApp era la operación que iba a marcar el futuro de la multinacional. Por aquel entonces, cuando a la realidad virtual se le llamaba realidad virtual y no metaverso, la factoría asiática ya andaba desarrollando conjuntamente con Valve, el gigante de los videojuegos, HTC Vive. El primero de sus dispositivos sería presentado en sociedad unos meses más tarde y lanzado definitivamente al mercado en 2016. Rápidamente se convirtió en uno de los principales actores del gremio, cuyo liderazgo parecía destinado a caer de su lado o del lado de Oculus.

Foto: M. McLoughlin

Siete años después el panorama ha cambiado radicalmente. Oculus ya no existe, ha sido fagocitada por sus nuevos dueños y Facebook ya no se llama Facebook. Se llama Meta y ha conseguido convertirse en el referente indiscutible de un negocio que tiene tantos partidarios como detractores y agnósticos. Mientras tanto, HTC ha sido condenada a un ostracismo notable hasta el punto de que el común de los mortales, el que no sigue muy a menudo la actualidad tecnológica, piensa que ya ha echado la persiana definitivamente.

A pesar de los avances técnicos que ha logrado con sus diferentes dispositivos, hasta los planes de Apple, que todavía no ha puesto nada en circulación, recibe más atención. Un viaje al ostracismo, el de HTC, que dice y mucho de todo el revuelo, a veces exagerado, que se ha montado en torno a esta tecnología.

El XR Élite tiene un precio de 1.419 euros y viene a completar un catálogo en el que se cuentan varios cascos

HTC ha estado presente en este Mobile World Congress que esta semana ha tenido lugar en Barcelona, aunque lo ha hecho lejos de los faustos de antaño, que incluían presentaciones a todo trapo en el Palau Sant Jordi. Lo ha hecho, entre otras cosas, para promocionar uno de sus últimos inventos: las Vive XR Elite.

Tras este nombre se encuentra un dispositivo pensado para ofrecer tanto realidad aumentada como realidad virtual, que es lo que se conoce como realidad mixta o extendida. No es el primero de este tipo que se ve en el mercado. Esa fue la apuesta de las Quest Pro, el dispositivo más avanzado de Meta, pensado para el mundo empresarial. Y, según indican todas las filtraciones, también será la vía que siga Apple, con el visor que están preparando en Cupertino, que costará más de 2.000 euros y cuyo lanzamiento, según las últimas informaciones, puede sufrir su último retraso. El XR Élite tiene un precio de 1.419 euros y viene a completar un catálogo en el que se cuentan varios cascos.

¿Qué hay de nuevo?

No es el primer dispositivo de este tipo que crea la marca. En 2021, presentó Flow, unas gafas que permitían alternar entre esas dos tecnologías. Pero hay una diferencia importante. Aquel primer modelo de realidad mixta necesitaba estar conectado físicamente a un smartphone constantemente. Ahora esa obligatoriedad desaparece y se puede utilizar autónomamente gracias a unas baterías intercambiables en la parte trasera.

El dispositivo tiene un factor de forma bastante compacto frente a otros de la competencia y resulta especialmente ligero y cómodo. Choca mucho con aquel primer HTC Vive que necesitaba no solo de un cable físico hasta un ordenador, sino también de una estancia entera o parte de ella delimitada por unos sensores que había que colocar en trípodes en la habitación.

¿Cómo funciona? Cuenta con dos pantallas, una para cada ojo, que ofrece una resolución individual de 1920 por 1920 píxeles (de forma conjunta, la imagen es de 3840 píxeles por 1920 píxeles) con 110 grados de visión. Es importante que todo se sienta fluido, que lo que vemos cuando estamos conectados tenga continuidad visual y por eso han optado por incluir 90Hz.

Cher Wang, CEO de HTC. (Reuters)
Cher Wang, CEO de HTC. (Reuters)

La experiencia es bastante buena, aunque podría mejorar si diesen un paso mayor y optasen por una tasa de refresco de 120Hz, como ya tienen una buena cantidad de móviles, monitores, tabletas u ordenadores. Probablemente, la decisión tenga que ver con no convertirse en un lastre para la batería, que puede dar aproximadamente dos horas de autonomía.

No cuenta con seguimiento ocular ni facial y por tanto no sabrá exactamente dónde miramos, sino que se guiará por nuestros movimientos de cuello. A cambio, cuenta con un sensor que podrá escanear habitaciones y objetos. El control de los movimientos se hacen a través de dos mandos inalámbricos, similares a los que ya utilizan las Oculus o el caso de VR de PlayStation.

Mencionar que tienen compatibilidad con Wifi 6, altavoces integrados y montan un procesador de Qualcomm diseñado especialmente para este tipo de dispositivos, el Snapdragon Xr2. Un chip que viene jalonado con 12GB de RAM y 128GB de almacenamiento. Con una serie de cámaras puede pasar de un entorno completamente aislado, realidad virtual, a conectarnos con lo que nos rodea, realidad aumentada. Mención especial, en la breve prueba que pudimos hacer, a la nitidez, color y la calidad de imagen con la que se nos muestra.

No es un problema técnico

Probablemente, todas estas especificaciones no le digan nada, como no le digan nada las especificaciones de las últimas Meta Quest. Porque la línea de HTC Vive adolece del mismo mal endémico que el resto de visores de este estilo: nadie sabe identificar sus usos diferenciales más allá de los videojuegos.

Nadie sabe qué problema exacto viene a resolver lo que ahora se llama metaverso más allá de algunos usos verticales que aparecen dispersos, sin ser capaces de armar algo consistente. Muchos esperan que Apple, que lleva meses trabajando codo con codo con los desarrolladores, se saque algo de la manga que pueda romper esa suerte de indiferencia con la que la gran mayoría de usuarios acaba mirando a esta tecnología tras el impacto inicial.

Para intentar remediar esto, hace tiempo que la industria empezó a vender las bondades de esta revolución para el mundo empresarial. Sin embargo, parece que esto, de momento, está pinchando en hueso. O al menos eso da a entender la notable rebaja que Meta ha tenido que ejecutar a algunos de sus productos. Las Meta Pro, pensadas para el entorno profesional, costarán ahora 999 dólares, 500 dólares menos del precio que tenían al llegar al mercado.

Un usuario probando un modelo de gafas VR. (EFE/A. García)
Un usuario probando un modelo de gafas VR. (EFE/A. García)

Las Quest 2, su modelo más terrenal, con 256GB de memoria pasarán a costar 429 dólares, 79 menos que su coste inicial. Desde la compañía dicen que su obsesión "es crear hardware más asequible" para todo el mundo. Sin embargo, en los mentideros especializados, esto se interpreta como un problema de bajas ventas.

Teniendo en cuenta que tienen varios dispositivos en producción y desarrollo para los próximos cursos, tal y como recoge una hoja de ruta desvelada por The Verge, huele a que la compañía está intentando deshacerse de stock antes de que aparezcan esas iteraciones. El problema es que nadie asegura que las nuevas hornadas vayan a tener una mejor acogida en el mercado. El reto técnico, como demuestran las últimas HTC, está más que superado. El problema es el contenido.

Lo empresarial también falla

Los asiáticos también han iniciado ese giro hacía lo empresarial. En este MWC, han hablado de Viverse for Business, una solución para que las empresas creen fácilmente espacios virtuales y cooperativos. Además, han presentado G Reins, un sistema portátil para crear 5G privadas, que den soporte a estas experiencias cuando la conectividad existente no sea la adecuada.

Las XR Elite, además, tienen su particular crisis de identidad. Aunque por precio, 1.419 euros en Europa y 1.099 dólares en EEUU, se enmarcaría en el segmento corporativo, la compañía lo sitúa en el segmento doméstico e insiste en que llegará junto a grandes producciones de videojuegos. A día de hoy, parece difícil encontrar una masa crítica que esté dispuesta a eso.

El problema es que HTC no tiene la gasolina que tienen otros actores implicados en esto. Y va hacer falta mucha madera, financieramente hablando, para seguir explorando esta industria. La solvencia de Apple está fuera de toda duda. El pasado curso cerró su año fiscal con 100.000 millones de beneficio neto. Algo que le da margen para seguir invirtiendo en este tipo de tecnologías, sin saber cuándo triunfarán o si en realidad es un experimento con gaseosa.

Meta y Apple tienen colchones financieros para explorar estos viajes a lo desconocido

Meta es otro buen ejemplo de ello. Tiene el segundo negocio de publicidad online más grande del mundo. Y eso no ha sido aval suficiente para que los inversores le digan que limite su gasto en el metaverso, se apriete el cinturón y vuelva a sentarse en lo que realmente genera beneficios, que son sus redes sociales. Muestra del cambio de actitud en la multinacional no son solo los despidos, sino novedades como el plan de pago para Instagram y Facebook así como otras actualizaciones en las plataformas.

Estos dos jugadores tienen dos grandes redes de seguridad detrás. Pero eso mismo no ocurre con HTC, una empresa de hardware muy venida a menos. Aunque parezca que no, sigue haciendo móviles, pero sus cifras de venta son mínimas. ¿Cómo llegó allí? Probablemente tuvo mucho que ver su resistencia a principios de la pasada década de entrar al mercado low cost. Sus responsables no querían hacerlo y apostaron todo a la gama alta, cuando todavía aquello parecía un negocio rentable en Android. Acabaron cambiando de opinión, pero lo hicieron tarde, cuando Samsung y otras marcas chinas empezaban ya a consolidarse en los estratos más bajos.


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