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Extrañas apariciones en la cumbre del Gorbea Monday, 29 May 2023


Iker Jiménez dará cuenta este domingo en su programa Cuarto Milenio de una inquietante presencia en este mítico monte


El equipo del periodista Iker Jiménez dará cuenta este domingo a partir de las 21.30 horas de un testimonio vivido recientemente por un par de habituales montañeros en la cima del monte Gorbea. Una rutinaria caminata hasta la mítica cumbre de este monte culminó de forma inesperada. Dos experimentados montañeros ascendieron el Gorbea de madrugada para ver amanecer desde la cima, como otras tantas veces lo habían hecho antes. Sin embargo, ese día no fue como los anteriores. La presencia inquietante de una o varias personas, que aparecían de la nada y desaparecían de igual manera, trastocó sus planes ya que abandonaron el lugar impulsados por la incertidumbre que ello les generó.

A pesar de la ligera neblina que imperaba aquella mañana, los dos protagonistas no tienen dudas de lo que vieron, y por ello no han dudado en ofrecer su serio testimonio en el programa televisivo de Jiménez. El raro comportamiento, la extraña interacción, la inapropiada vestimenta que llevaba para un día frío de madrugada a 1.500 metros de altitud y la ausencia de trazas de que se tratase de montañeros les hizo formularse varias preguntas antes de abandonar el lugar apresuradamente y cargados de incertidumbres para las que todavía no han obtenido respuestas. «¿Alguien más habrá tenido esta extraña experiencia?», se cuestionan estos dos alaveses.

El imponente crucerío que corona el Monte Gorbea ha sido testigo mudo del paso de miles y miles de montañeros y escenario de las primeras andanzas de algunos que, años después, han escalado los picos más altos o las paredes más difíciles del planeta.

¿Quiénes son los artífices de la Cruz del Gorbea?

La historia es de sobra conocida. En 1899, el Papa León XIII exhorta a levantar cruces en las cumbres más altas de la cristiandad para dar la bienvenida al siglo XX homenajeando a Jesucristo Redentor. El párroco de Zeanuri, Juan Bartolomé de Alcibar, hace suya la idea y organiza ese mismo año una comisión para cumplir el mandato en lo más alto de la cumbre más alta de Álava y Bizkaia: Gorbea. El proyecto corre a cargo del arquitecto Casto de Zavala, y se construye en la fundación de Serapio Goikoetxea.

¿Pero, quiénes estos tres artífices de uno de los monumentos más populares de Euskadi y gran símbolo del montañismo vasco?

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FERNANDO J. PÉREZ

Poco se sabe del cura Juan Bartolomé de Alcibar, nacido en Zeaunuri en 1846 y auténtico impulsor del proyecto. Creo la comisión encargada de sacar adelante el proyecto, presidida por el arcipreste de Zigoitia, José María de Urratxa, y él mismo eligió la ubicación de la cruz ya que, en una época en la que aún no había nacido el montañismo propiamente dicho, conocía muy bien la zona porque la visitaba mucho como cazador y aficionado a recolectar flores y otras especies arbóreas. Él también fue el encargado de promover la colecta popular para pagar el coste de la cruz.

Casto de Zavala, nacido en Elorrio, fue un afamado arquitecto de la segunda mitad del siglo XIX, con obras destacadas como las escuelas de Gernika, el Ayuntamiento de Erandio o la Casa del Arco de Sestao. Diseñó cuatro modelos. El elegido fue el más caro (50.000 pesetas). Medía 33 metros, la envergadura de sus brazos, situados a 27 metros de altura, rozaba los 15 metros y pesaba 32 toneladas.

Se inauguró el 12 de noviembre de 1901. El objetivo era hacerlo el 14 de septiembre, fecha de la exaltación de la Santa Cruz. Pero las obras se retrasaron más de lo previsto y no pudo ser. Una vez erigida en la montaña, los primeros pastores que la vieron enseguida vaticinaron que no duraría mucho en pie. No se equivocaron. El 12 de diciembre, justo un mes después de su inauguración, un temporal la tumbó. El viento y la nieve acumulada en su errajes la hicieron caer hacia la vertiente vizcaína de la montaña.

Serapio Goikoetxea y Palacio, hombre de fuerte personalidad, exigente, perfeccionista, emprendedor y de incansable actividad, era el alcalde de Barakaldo cuando le encargaron la cruz. Este baracaldés nacido en Beurko en 1855 y de formación administrativa y minera fundó en Lutxana un taller de fundición y elaboración de hierro que se convirtió en uno de los más importes de España. Por eso probablemente le encargaron la cruz. También construyó el hierro utilizado para levantar la imagen de la Virgen de Orduña, una de las primeras obras de cemento armado del España.

Como alcalde, puesto que ocupó cuatro años (1899-1903), se empeñó en modernizar Barakaldo en plena revolución industrial, en una época de huelgas desórdenes y revueltas callejeras. Llevó el agua corriente a las casas y viviendas, fundó la Banda de Música y marcó los pasos a seguir del Barakaldo industrial que creció en la segunda mitad del siglo XX hasta convertirse en el segundo municipio vizcaíno tras Bilbao.

La Cruz de Gorbeia se armó y montó en los exteriores de su fábrica en Lutxana, y cuando la vio,  ya predijo antes incluso que los pastores de Gorbea que era demasiado alta para resistir las inclemencias del tiempo a casi 1.500 metros de altura. Pero el encargo requería unas medidas concretas, la altura de la edad de Cristo en la Cruz, 33 metros y los brazos proporcionados con la altura.

Tras desmontarse, se cargó en vagones en el ferrocarril anexo a su empresa, que la trasladaron a Bilbao. Y desde Abando viajó hasta Izarra también por rail. Allí se descargó y las piezas fueron subidas hasta la cumbre por Zarate en carros de bueyes, mulas y caballos. Cuentan las crónicas que cada viaje desde Izarra a la cima costaba cerca de 14 horas.

Ya en la montaña, tres obreros de confianza de Serapio se encargaron de las labores de acondicionamiento del terreno y de montaje de la cruz: Isidoro Martínez, conocido como ‘Txirolo de Barakaldo’ y personaje muy popular en el pueblo, Román Eguiluz y Serapio Elorza. No habían estado nunca en Gorbeia y por poco se mueren de frío. Los pastores, viendo la situación en la que se encontraban, se apiadaron de ellos y les construyen un pequeño cobertizo con piedras, maderas y ramas para que pudieran resguardarse de las inclemencias del tiempo que empezaban a arreciar en aquel otoño de 1901.

Serapio Goikoetxea falleció a los 64 años, en 1919, debido a una diabetes complicada con otras dolencias. En la guerra civil, tras la caída de Bilbao, los insurgentes requisaron la empresa y en sus terrenos construyeron Sefanitro. En el derribo de la fábrica, llamada ‘Nuestra Señora del Rosario’ se quemaron todos los documentos que había guardado sobre la construcción de la cruz.

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