El escándalo del Qatargate, una trama de sobornos dentro del Parlamento Europeo para mejorar la imagen de Qatar y Marruecos que se destapó en diciembre de 2022, provocó un auténtico terremoto en Bruselas. La ciudad, poco acostumbrada a los escándalos de corrupción, pasó varios días haciendo un análisis de daños. Se habló mucho sobre la necesidad de reaccionar, de tomar medidas y de proteger la integridad de las instituciones europeas para mantener la credibilidad de los ciudadanos. Una idea muy repetida esos días, una reclamación histórica de algunos eurodiputados y de grupos de la sociedad civil, es la creación de un comité ético interinstitucional.

La Comisión Europea ha presentado este jueves su propuesta para la creación de dicho comité ético que tendrá tres funciones fundamentales: el desarrollo de estándares mínimos comunes, el intercambio de puntos de vista sobre las reglas internas de cada institución, y por último la promoción de "una cultura ética común". Para algunos grupos políticos en la Eurocámara estas funciones están muy lejos de la necesidad de un supervisor ético que pueda hacer que se cumplan los estándares acordados para todas las instituciones. Las críticas vienen fundamentalmente desde el grupo de los liberales, Renew Europe, y también desde el grupo de Los Verdes.

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La Comisión Europea se escuda en que, según los tratados, la función de realizar investigaciones depende de la Fiscalía Europea (EPPO), de la policía nacional y de las autoridades judiciales. Sin embargo, hay muchas cuestiones de estándares internos de las instituciones que quedan fuera del mandato de la EPPO o por ejemplo de la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) o de un Defensor del Pueblo de la Unión Europea que tiene muy pocos poderes.

Los nuevos estándares que tendrá que establecer este comité tendrán que ver con algunas prácticas, como aceptar regalos o viajes ofrecidos por terceros, la recepción de premios o condecoraciones, medidas mínimas en lo referente a las reuniones con lobbies, estándares comunes para las actividades de los miembros una vez abandonen el cargo en el que se encuentran o sobre las "actividades paralelas o externas" que realizan mientras ocupan el cargo.

"La democracia solamente puede prosperar si los ciudadanos confían en sus instituciones. La gente de toda Europa no distingue si un escándalo se ha originado en una u otra institución. Por lo tanto, si queremos seguir siendo creíbles ante sus ojos, necesitamos que todos estemos sujetos a estándares éticos comunes", ha explicado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en un comunicado.

"Las acusaciones muy serias que surgieron en los últimos meses —en referencia al Qatargate— me hicieron aprovechar la oportunidad para sacar algo bueno de lo malo. Por lo tanto, hago un llamamiento a nuestros socios en el Parlamento Europeo, el Consejo y las demás instituciones para que apoyen rápidamente la propuesta de un Comité de Ética. Necesitamos desarrollar y aplicar estándares comunes claros, comprensibles y transparentes para todas las instituciones europeas", ha añadido Von der Leyen, que ya había apoyado políticamente la idea de este órgano en las directrices de la Comisión cuando tomó posesión del cargo.

Entre los grupos de la Eurocámara existe mucha división. Mientras liberales, verdes y una parte de los socialistas exigen que el comité ético tenga poderes de investigación y para tomar medidas, el Partido Popular Europeo (PPE) y los Conservadores (ECR) insisten en evitar cualquier órgano que pueda poner en riesgo las actividades de los eurodiputados, asegurando que no se puede poner en el mismo nivel los estándares éticos con los legales. Vera Jourová, vicepresidenta de la Comisión Europea, que ha trabajado en la propuesta, ha sido muy crítica con la división interna dentro del Parlamento Europeo.