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La confrontación por la amnistía al ‘procés’ vuelve a situar al Rey ante un discurso difícil Saturday, 23 December 2023


Felipe VI encara la décima Nochebuena de su reinado con poco margen frente a la hostilidad entre los dos grandes partidos


Paula De las Heras

Paula De las Heras

Madrid

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Domingo, 24 de diciembre 2023, 00:06

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Nunca lo ha tenido fácil. Felipe VI heredó la Corona en 2014 en medio de una grave crisis institucional que contribuyó a alimentar su padre, Juan Carlos I. Desde entonces, ha tenido que hacer frente a escenarios políticos tan propicios para contribuir a su legitimación como complejos de gestionar desde ese ambiguo marco constitucional que lo señala como árbitro y moderador del «funcionamiento regular de las instituciones», al tiempo que lo considera exento de responsabilidad y restringe su margen de maniobra. La respuesta a la ofensiva independentista de 2017 marcó un hito claro en su trayectoria. Ahora, la confrontación por la amnistía del ‘procés’, trasladada a las calles, vuelve a conceder al tradicional discurso de Nochebuena del monarca especial trascendencia.

Los escasos sondeos de opinión publicados al respecto apuntan a que la intervención del jefe del Estado con su comparecencia televisada del 3 de octubre de hace seis años contribuyó a fortalecer su figura en el conjunto de España tanto como a elevar la desafección de una parte significativa de Cataluña. Hasta este año, desde 2018, la ceremonia de entrega de los Premios Fundación Princesa de Girona no habían vuelto a celebrarse en la provincia que les da nombre como consecuencia de esas tensiones.

El terreno que pisa en estos momentos el Rey es quizá algo menos pantanoso que aquel, pero tiene dificultades añadidas. Hoy el papel institucional que desempeñan la izquierda republicana y el independentismo catalán y vasco, de los que depende el Gobierno de coalición socialista, es mucho mayor que entonces, pese a tener menor representación parlamentaria. Pero además ha cobrado visibilidad, en las manifestaciones contra las cesiones socialistas, una derecha extrema antimonárquica que cuestiona abiertamente su figura. Incluso lo hace corresponsable del «golpe de Estado» que a su juicio implica dejar impunes los delitos del ‘procés’ con una ley que, si aprueba el Parlamento, tendrá que firmar.

Los mensajes del Rey

2014

Contra la corrupción

Don Juan Carlos había abdicado en junio para dar paso a la regeneración que la coyuntura demandaba. Felipe VI cogió el testigo afirmando que le correspondía a los «españoles de hoy» seguir labrando el futuro, si bien reivindicó el legado recibido, que España es una «democracia consolidada» y que él mismo se sentía «querido y apreciado». No se abstrajo de la situación procesal de su hermana y, sin nombrarla, hizo de la lucha contra la corrupción eje de su discurso.

2015

Después de unas elecciones

Cuatro días habían pasado de unas elecciones de resultado fragmentado. El Rey apeló a que prevaleciera el interés general. Pero no se formó Gobierno y los comicios se repitieron. El salón del trono fue el escenario del discurso, lo que apuntalaba su mensaje sobre la historia de la España en común. Subyacía inquietud sobre Cataluña: el Parlament había aprobado una declaración de ruptura. Ese año había revocado el título de duquesa de Palma a la infanta Cristina.

2016

Alocución premonitoria

Mensaje precursor del tenso 2017: sin mencionar a Cataluña, remarcó que no era tiempo para «fracturas» y advirtió contra la vulneración de la ley porque ello solo conduciría «a enfrentamientos estériles». Como escenario, Felipe VI escogió su despacho, testigo de las audiencias con los políticos para al final lograr formar Gobierno tras dos elecciones generales. Ello le dio pie a celebrar que se hubiera «recuperado la serenidad» necesaria para que los ciudadanos tuvieran «tranquilidad» para desarrollar sus proyectos.

2017

Más suave que tras el 1-O

Después del rotundo mensaje en los gestos y en las palabras del 3 de octubre tras el referéndum ilegal del 1-O, el Rey se mostró más conciliador en Nochebuena: se mantuvo firme en su defensa del orden constitucional, emplazó al nuevo Govern que se formaría tras las elecciones celebradas tres días antes del mensaje real a respetar la pluralidad y a pensar en el bien común, pero además apuntó la necesidad de una España «dispuesta a evolucionar», no «paralizada» y que «ilusione».

2018

Guiño a la juventud

Un detalle escenográfico, una foto del Rey con la princesa Leonor, remarcaba la continuidad dinástica. Y la alusión a los problemas de la juventud quería mostrar a una Corona sensible con las dificultades económicas y laborales de esa generación. También añadió una píldora contra la violencia machista. Innovaciones que sumó a la reivindicación del espíritu de la Transición, la vigencia de la Constitución que cumplía 40 años y del consenso político para hacer frente a los desafíos y alejar el desencanto y el pesimismo.

2019

Otro Gobierno en funciones

Pedro Sánchez tenía el encargo real de formar gobierno tras las elecciones del 10-N (repetidas tras las celebradas en abril). Segundo discurso, pues, del monarca con un Ejecutivo en funciones –como en 2015–, dentro de una interinidad que duraba diez meses, lo que le llevó a reconocer que no eran «tiempos fáciles». Apelaba ahora a un «entendimiento» «dentro del respeto a la Constitución», que blandía por su reconocimiento a la diversidad dentro de la «unidad que nos da fuerza».

2020

Ética por encima de familia

Año pandémico, pero con el coronavirus en segundo plano en el discurso. El foco estaba en su padre: en marzo, un día después de declararse el estado de alarma, Felipe VI había renunciado a su herencia y en Nochebuena reafirmó su compromiso ético por encima de vínculos familiares. No mencionó a Juan Carlos I, pero no había duda de que él, que desde agosto residía en Abu Dabi, era el destinatario del mensaje. Aprovechó para reinvidicar el «espíritu renovador» de su reinado.

2021

Protección de la Corona

Felipe VI volvió a poner el acento en la institución que lidera para limpiarla de los posos aún presentes del poco ejemplar comportamiento del emérito. La síntesis de su intervención fue: «una monarquía renovada para un tiempo nuevo»; y sin tacha o, como dijo, «honesta, íntegra y transparente» además de «ejemplo de integridad pública y moral». No hizo referencia al futuro que le aguardaba a su padre, que vino de visita a España en mayo en medio de una gran polémica.

2022

Fortalecer las instituciones

El Rey aprovechó su noveno discurso, en un año marcado por la guerra en Ucrania, para alertar sobre los riesgos que podían derivarse de la creciente división social, el deterioro de la convivencia y la erosión institucional. En pleno estallido sin precedentes entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, Felipe VI urgió a «fortalecer las instituciones» para contar con unas «instituciones sólidas». Avisó del peligro de «dar por hecho» todo lo conquistado en «casi 45 años» de la Constitución.

Varios de los actos institucionales en los que ha participado en los últimos meses Felipe VI con Pedro Sánchez han servido para verlo con un rictus extremadamente serio y un inhabitual ceño fruncido. En el entorno del presidente no se dan por aludidos. Aseguran que la relación con el monarca es «extraordinaria» y, pese a las críticas de la oposición, también por otras decisiones como la de permitir la tramitación de una reforma del Código Penal propuesta por Sumar para despenalizar las injurias al rey, defienden su compromiso con la continuidad de la Corona, con la que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, lleva tiempo trabajando de manera coordinada, entre otras cosas, para la jura de la Constitución de la princesa de Asturias el pasado 31 de octubre en el Congreso. No niegan aun así que la situación pueda resultarle incómoda.

Precedentes

El discurso que el Rey ofrecerá esta noche a los españoles, el décimo de su reinado, tiene como precedente el que ya pronunció el pasado 29 de noviembre en el Congreso con motivo de la sesión solemne de apertura de la XV Legislatura. La diferencia es que este tiene un público potencial mucho mayor y menos específico. El discurso de Nochebuena más visto de los pronunciados por Felipe VI hasta ahora fue –descontado el del año de la pandemia, 2020, que casi llegó a los 10,5 millones de espectadores y un 70,3% de cuota de pantalla– el que siguió a su proclamación, con 8,2 millones y una cuota de pantalla del 73,4%. En 2017 también superó los 8,1 millones. Pero lo habitual es que se mueva entre los seis y los ocho millones de espectadores.

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Ante las Cortes Generales –cuando el PSOE acababa de poner fecha a su primera reunión con el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, prófugo de la justicia, y un verificador internacional en Ginebra– el monarca realizó un contundente alegato a favor del pacto del 78 que hoy cuestionan los aliados del Gobierno; subrayó que España es una «realidad compartida» desde hace «siglos», pidió orientar la política a los jóvenes para legarles una nación (no empleó el término) «sólida y unida» y reivindicó la Constitución como «expresión del entendimiento mutuo» y pacto que reconoce la «diversidad y pluralidad» del país.También subrayó, frente a quienes denostan la monarquía como herencia del franquismo, su sometimiento a los «valores y principios constitucionales» y agradeció a los partidos que participaron con normalidad en la ronda de contactos para la investidura, boicoteada por los aliados secesionistas del Ejecutivo.

Es probable que hoy se repita buena parte de ese mensaje, previamente revisado, como es habitual, por el Gobierno, sin cuyo refrendo los actos del Rey carecen de validez. También cabe esperar que cada partido haga su propia interpretación del mismo. Nadie puede esperar, en todo caso, que vaya mucho más lejos. El clima de polarización que sacude la vida política y separa a los dos principales partidos españoles es para una jefatura sin funciones más allá de lo representativo, pero al mismo tiempo calificada por la Carta Magna como «símbolo de la unidad y permanencia» del Estado, difícil de transitar.

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