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Baltimore vive el trauma por la pérdida del ‘puente de los trabajadores’ Wednesday, 27 March 2024


Mientras el puerto busca cómo salir de la parálisis tras el accidente del mercante ‘Dali’, la población se despide de un viaducto hecho a la medida del crecimiento de los barrios obreros


M. Pérez

Miércoles, 27 de marzo 2024, 18:18

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Baltimore trata de sobreponerse a la pérdida del Francis Scott Key. El ‘puente de los obreros’., según lo bautizó el alcalde Kurt L. Schmoke en la década de 1990. El emblema de la novena ciudad portuaria de Estados Unidos.

Numerosas obras de ingeniería tienen su propia historia. Esta era una de ellas. Si el viaducto de la Bahía de Chesapeake, a treinta kilómetros de distancia, es utilizado para escapar los días de fiesta fuera del asfalto y los túneles que cruzan el río sirven para facilitar el paso a quienes viajan entre Nueva York y Washington, el Francis Scott Key era una conexión que permitía a la población trabajadora de Baltimore desplazarse entre el puerto, las empresas y el centro de la ciudad. El puente para quienes trabajan con las manos. La fuerza motora de la ciudad.

Su constucción se produjo entre 1973 y 1977. La sociedad de ingenieros estadounidense lo catalogó de forma especial por los retos tecnológicos que lo convertían en una figura estilizada, aérea, complementaria al río y funcional para la actividad portuaria. Sus más de 300 metros entre columna y columna dejaban un espacio intermedio óptimo para el paso de los barcos. Hasta que este martes llegó el ‘Dali’ y embistió uno de los dos pilares.

El puente se hizo necesario en su día por el crecimiento vertiginoso de los suburbios y los barrios obreros. El movimiento diario de decenas de miles de trabajadores colapsaba el tráfico del Harbour, un túnel de cuatro carriles y 2,3 kilómetros de longitud que discurre bajo el lecho del Patapsco. Este subterráneo, inugurado hacia 1956, y otro pasadizo similar realizado en 1985 absorben hoy la mayoría de los desplazamientos de los habitantes de Baltimore y es previsible que su congestión crezca a medida que reciban los 30.000 vehículos que utilizaban el puente destruido a diario.

Dos embarcaciones de la Policía rastrean entre los restos en busca de los seis trabajadores desaparecidos.
Dos embarcaciones de la Policía rastrean entre los restos en busca de los seis trabajadores desaparecidos. AFP

El Francis Scott Key era una imagen familiar para miles de marineros y la vena principal del puerto; un mundo propio dentro de Baltimore del que depende el grueso de las finanzas del Estado de Maryland. Ofrece 15.000 empleos directos y da trabajo a otras 140.000 personas en talleres, almacenes, empresas transformadoras y logísticas. Todo ello sin contar a una pléyade de funcionarios, profesionales liberales y otros colectivos cuya labor confluye con frecuencia en estos muelles, famosos desde que fueran popularizados por las series ‘Homicide’ y ‘The Wire’.

Como el Morandi de Génova

El colapso del puente ha obligado a paralizar el transporte marítimo y este miércoles ninguna autoridad, ni estatal ni federal, era capaz de pronosticar cuando el puerto recuperará la normalidad. Lo primero es retirar las miles de toneladas de escombros que siembran la salida del río Patapsco hacia el mar. Sin esa vía expedita, los barcos no pueden manejarse, y menos aún los de gran tonelaje, como el ‘Dali’, que cada vez frecuentan más este puerto. Algunos expertos predicen ya que el tráfico de portacontenedores, por ejemplo, deberá desviarse hacia Nueva York y Nueva Jersey ante la imposibilidad de que Baltimore abra pronto.

El director del Instituto de Infraestructura de la Universidad de Toronto. Matti Siemiatycki, ha sido uno de los primeros en pronunciarse. El viaducto tenía algo más de dos kilómetros de longitud, lo que augura una obra larga pese a los avances en tecnología actuales. Cuando se levantó en los 70, tardó cuatro años y eso que ya se emplearon técnicas modernas. Siemiatycki compara su reconstrucción con la del puente Morandi de Génova que se hundió en 2018 matando a 43 personas. Su sustituto se inauguró dos años más tarde; los primeros doce meses fueron necesarios para retirar todos los restos del viaducto original (del que se desplomaron unos 283 metros) y el resto se invirtió en la nueva construcción.

Fotograma de la serie ‘The Wire’, en la que el puente se convirtió en una presencia habitual.
Fotograma de la serie ‘The Wire’, en la que el puente se convirtió en una presencia habitual.

El Francis Scott Key facilitaba la movilidad de al menos 3,200 fábricas, talleres y almacenes, así como a un microuniverso portuario de unos cien kilómetros de diámetro. Ahora mismo hay un enjambre de camiones y expertos en distribución trabajando allí dentro. La autoridad del transporte ha señalado que la única manera en este momento de dar salida a las cargas es mediante trailers.

El daño es importante. Baltimore es la segunda terminal de Estados Unidos en exportación de carbón y un centro neurálgico para el comercio de coches y equipos pesados. Mazda, Mercedes-Benz y Subaru figuran entre los principales fabricantes de automoción que utilizan esta base. Los turismos y furgonetas que esperan a ser embarcados comenzarán a montarse en camiones en los próximos días para darles salida., según las mismas fuentes.

Aparte del laboral, existe un profundo trauma emocional en torno al colapso del Fracis Scott Key, Miles de ciudadanos se asoman este miércoles desde primeras horas de la mañana a las orillas del río para contemplar apesdumbrados los escasos restos de los pilares que sobresalen de las aguas. El emblemático arco que presidía el tablero ha desaparecido. En realidad, queda un enorme vacío.

«El puente ha sido parte de nuestras vidas. Lo hemos cruzado todos los días, era una parte fundamental de la ciudad», relata Henry Krhel, antes de precisar que sus hijos pequeños «siguen en ‘shock’. Yo mismo lo vi en construcción cuando era niño. Luego la gente comenzó a cruzarlo como novedad y, más tarde, con orgullo. Para mis hijos ha sido una presencia constante desde que nacieron. Tienen fotos de bebés con él al fondo», afirma este asesor jurídico, empleado precisamente en una naviera de la zona.

Varias personas toman imágenes y observan el puente desde uno de los muelles de la ribera del Patapsco.
Varias personas toman imágenes y observan el puente desde uno de los muelles de la ribera del Patapsco. AFP

«Resulta muy difícil entender la vida del Baltimore trabajador del último medio siglo sin este puente. Ha sido el hilo para miles de personas que conectaba su casa con el trabajo, garantizaba su vuelta tranquila al hogar después de la jornada. Ha unido a familias separadas por el río, ha impulsado noviazgos y ha sido también escenario de dramas. Lo que es el pulso de una ciudad que vive a todas horas», señala, por su parte, Derrick Moore, un profesor que compara su valor para la población de Baltimore como el que «puede tener el puente de Brooklyn para la gente de Nueva York».

Maquis Neal vive a poca distancia. Recuerda el momento del accidente, cuando el buque chocó con el soporte y toda la estructura se vino abajo. Fueron cuatro segundos en los que se produjo un ruido fortísimo, «parecido al de una bomba enorme. La casa tembló. Hubo una ráfaga enorme de viento. Luego simplemente se detuvo. Pensé: ¿Es un terremoto? Solo cinco minutos después, todo fueron sirenas. Todo se estaba volviendo loco» relata a ‘The Washington Post’ sin que una idea se le vaya de la cabeza. «Pasamos por ese puente todos los días. Cualquiera podría haber sido una víctima».

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