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Apuesta por la esperanza Saturday, 27 April 2024


Poesía ·

Ariadna G. García no teme utilizar la palabra poética como bandera de sus convicciones y emplearla como aguijón para despertar conciencias


Carlos Alcorta

Carlos Alcorta

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Sábado, 27 de abril 2024, 07:50

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E ste volumen presenta dos libros en uno, ‘Sabiduría de los límites’, el más reciente, y ‘Línea de flotación’, publicado inicialmente en Puerto Rico y no demasiado conocido por los lectores españoles, de ahí que la autora haya decidido darle una segunda vida. Por otra parte, Ariadna asegura que «ambas obras están unidas por el tono, la extensión, la crítica y la forma» y, pese a las diferencia temáticas, ambos títulos «presentan despojamiento temático que los aproxima a la poesía pura […] y en ellos subyace una visión comprometida de la palabra poética con su contexto histórico, así como una reflexión filosófica sobre la necesidad que tenemos los humanos ―–si queremos sobrevivir como especie– a los distintos colapsos que vendrán― de desarrollar los músculos del amor, la solidaridad, la mesura y la empatía». Nadie mejor que la autora para analizar su escritura, sin embargo, la mirada del lector puede aportar otras apostillas, como han hecho Luis García Montero y Jamila Medina Ríos a ‘Sabiduría de los límites’ y a ‘Línea de flotación’, en sus respectivos prólogos. Sin embargo, la distancia temporal que separa la escritura de ambos libros, varios años, es lo suficientemente amplia como para que, aunque el impulso y la intención sean los mismos, se manifiesten ciertas diferencias, fundamentalmente formales, como iremos viendo.

La obra

  • Título La sabiduría de los límites. Línea de flotación

  • Autor Ariadna G. García

  • Edición e introducción

  • Editorial Universidad de Alcalá.

  • Páginas y precio 108. Precio: 8 euros.

’Línea de flotación’ posee una estructura más cerrada. Cada sección está integrada por once poemas y el despojamiento lingüístico al que aludía su autora es mucho más evidente. En el círculo que forman las tres secciones, ‘Sobre’, ‘Bajo’ y ‘Sobre’, conviven la concisión como método narrativo –«Saltamos el seto y nos tumbamos / en la zona más segura del parterre, / junto a las hortensias»–―con otros versos de carácter especulativo y epigramático que casi se escapan al leerlos como un soplo: «Un ronroneo / salva / del abismo» o «No es un ladrillo más que tierra y agua». Todos ellos están orientados en un mismo sentido, la reflexión sobre las contradicciones de la sociedad actual. Consejos, proclamas, críticas a instituciones como la Iglesia, pero también al individuo adormilado y consumista –«Valores de Occidente: / individualismo, codicia / consumismo / egoísmo // aunque tratemos de negarlo / vivimos a costa / del dolor ajeno»–― son las enseñas que luce esta nave desde su línea de flotación. Resulta admirable que Ariadna G. García crea de manera tan firme en el poder transformador de la conciencia de la palabra poética, por eso escribe: «Me gustaría que mis versos fueran / protectores de viajeros / orfebres / herreros / garantes de la seguridad de los caminos / antorchas para la juventud…». Hay también, sí, espacio para la intimidad, como vemos en poemas ‘Cesárea de urgencia. Síndrome de Hellp’, ‘Neonatos’ o ‘Parque Loranca. Fuenlabrada’, que mantienen el fiel de la balanza equilibrado entre el peso de lo público y lo privado y en ambos espacios, el lenguaje es directo y sin adornos, buscando que el mensaje no se pierda en laberintos retóricos.

’Sabiduría de los límites’ está precedido por unas palabras de Luis García Montero, algunas de las cuales hacen hincapié en esa ambivalencia: «Estar en el límite es pensar en el yo, el tú y el nosotros. También supone tomar conciencia de lo que significa sentirse antepasado cuando se bordean los horizontes del futuro o los puntos de no retorno» y la dedicatoria del libro no deja lugar a dudas: «A la Humanidad implicada». Los poemas, pese a esa voluntad de desnudamiento sintáctico, poseen en general, un mayor desarrollo, tal vez más conveniente para plasmar esa necesidad de poner coto a lo que parece inevitable, la pérdida de las virtudes que nos distinguen como seres humanos y la de denunciar el absurdo de muchos de nuestros comportamientos, como vemos en estos ejemplos: «El barrio pierde sangre. / Palidece como un cuerpo vacío de alegría», «Ya nadie viene al centro / a probarse otras vidas. // Solo ropa. / El centro es un gran centro comercial» o «Soñamos con que un héroe proteja / de nuestros enemigos. // ¿Y si el villano es nuestra ceguera?».

Nuestra autora no teme utilizar la palabra poética como bandera de sus convicciones y emplearla como aguijón para despertar conciencias, como no teme que el poema adoctrine y que roce lo panfletario, sorteado con enorme sutileza y esfuerzo. Y es que más que nunca parece necesaria una poesía comprometida, con ella misma, por supuesto, pero también con las preocupaciones individuales y con las colectivas, porque estamos a punto de que todas nuestras acciones sean irreversibles. «No es reversible el tiempo», escribe Ariadna, pero pese a todo, queda un mensaje esperanzador: «podríamos salvarnos del abismo; / pues somos el pasado de esa Tierra / sin gente. // Aún estamos a tiempo de cambiar». Ojalá tenga razón. En todo caso, libros como estos, en los que la altura poética no decae a pesar de que su objetivo prioritario es la denuncia cívica, demuestran hasta que punto la poesía puede ayudar a la transformación social.

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