-¿En ese agosto de 2004 que se empapó del Protocolo de Kioto el cambio que imaginó es el actual?

-Tuve claro todo el trabajo que teníamos que hacer, y lo estamos haciendo, pero no a la velocidad necesaria porque el reto es enorme. A estas alturas tendríamos que tener un precio único del carbón a nivel mundial, un único mercado y estar concienciadas desde las pymes hasta las multinacionales. Ni siquiera Europa, que es zona referente, ha alcanzado los objetivos de descarbonización.

-¿Son efectivas las COP (’Conference of the Parties’) anuales?

-El protocolo de Kioto lo enterramos en 2020, ahora tenemos una herramienta mucho más buena que es el acuerdo de París, un acuerdo que fue negociado en la XXI Conferencia sobre Cambio Climático (COP 21) y que es robusto, potente y no tiene fecha de caducidad. Yo he participado en 16 COP y me he dado cuenta de que cuando se produce una en la que hay mucha ambición y con compromisos muy elevados luego hay dos o tres de transición, que era la que tocaba el año pasado en la de Dubái y la sorpresa fue que terminó siendo la más importante después de la de París. En pleno corazón del petróleo empezamos con un acuerdo multilateral para lo que ya es el principio del fin de los combustibles fósiles. La COP de este año será muy dura porque es en Azerbaiyán y ahí nos veremos las caras con el mundo del gas y todo lo que hemos acordado y firmado hay que llevarlo adelante, y a Naciones Unidas le cuesta avanzar pero nunca da un paso atrás.

-¿La situación geopolítica ha dejado en un segundo plano la emergencia climática?

-No, yo diría que no. Es difícil de entender, pero en la COP de Dubái en el mismo plenario estaban Israel y Palestina y llegaron a trabajar en equipo. La emergencia climática es tan transversal que al final colaboras aunque sea con tu enemigo. Lo que no puedo decir es que no afecte, porque Estados Unidos y Europa son los grandes donantes en el mundo y ahora se están gastando los recursos en dos guerras.

-¿En qué punto está Cantabria en sostenibilidad?

-Es complicado, llevo años llamando a la puerta de muchas empresas cántabras y resulta difícil llegar a ellas. He apostado por la región y es donde voy a llevar el Congreso Internacional de Acción Climática que se celebrará en julio en Santander y la respuesta de hoteles, servicios y del Ayuntamiento ha sido fenomenal, pero me da mucha lástima que entre los asistentes al congreso precisamente faltan empresas cántabras.

-En Cantabria principalmente hay empresas pequeñas, ¿tal vez no se sientan apeladas por la sostenibilidad?

-Hay que tener en cuenta que existe una cadena de valor y cualquier multinacional va a dejar de trabajar con proveedores que no se pongan las pilas y calculen su huella de carbono. Las emisiones que generan los pequeños, que son pocas, computan en el scope 3 de uno de los grandes.

-¿Entiende el rechazo que existe en Cantabria a proyectos de energías renovables?

-Es difícil de entender porque es algo que lo necesitamos y en los municipios que hay instalaciones de este tipo suele haber unas ayudas y salen doblemente beneficiados por la parte económica y del servicio. En un rechazo que ocurre en todo el país y cuando lo explicamos fuera no entienden que queramos renovables pero no aceptemos nada en el patio de atrás de nuestra casa.

-¿Cómo será el foro del miércoles?

-Naciones Unidas nos pide a los delegados que aprovechemos cualquier oportunidad para concienciar sobre emergencia climática, y en eso va a consistir, en una charla amena con muchas imágenes que valen más que mil palabras, porque esto va en serio y no es pensando en nuestros hijos o nuestros nietos, es pensando en la generación que estamos ahora aquí y que ya vamos a sufrir las consecuencias más crueles de la emergencia climática actual.