"Perú, Perú, Perú…". El repertorio de canciones de la plaza de Pamplona conserva la devoción a su sus clásicos -El rey, La chica yeyé- pero incorpora novedades musicales sensibles a la actualidad, más todavía cuando impone su tiranía la máxima figura de nuestro tiempo: Roca Rey.

Por eso los aficionados del sol -y de la sombra- se acuerdan de la madre y de la patria del maestro limeño. "Perú, Perú, Perú…" es el himno oficioso de los sanfermines de 2023. Finalizan con la tradicional corrida de Miura y alcanzaron la dimensión sublime con las dos actuaciones de la Roca. Cinco orejas cortó el rey. Y pudieron ser más, aunque el desacierto con el verduguillo a su faena más imponente -la cuajada al segundo ejemplar de Victoriano del Río el 13J- no alcanzó a deslucir la dimensión absoluta del maestro peruano. Y no solo por los alardes de valor o por la entrega absoluta o por las habilidades pirotécnicas y populistas, sino por la enjundia del toreo fundamental -dominio, ligazón, pureza, mano baja- y porque Roca en Pamplona ha logrado significarse en un caso extremo de idolatría.

La forma de arrollar en los sanfermines demuestra además que se ha erigido en el dictador de la temporada. Influye el desmayo de Morante e interviene la pájara de los perseguidores -Talavante, De Justo, Manzanares…-, pero el estado de gracia de Roca Rey tanto fomenta su reputación de matador taquillero como justifica su capacidad evolutiva. Ha toreado mejor que nunca con el capote en la ya difunta feria Pamplona. Y ha impuesto una tauromaquia de cercanía que asusta a los toros y… a los toreros.

Tiene sentido destacar entre ellos a los matadores que mejor han aprovechado el hábitat triunfalista de los sanfermines. Y que han sido capaces de atraer la atención entre el jolgorio y las comilonas.

Cayetano (tres orejas) representa mejor que nadie la capacidad de conectar con la solanera, aunque su mejor contribución a la feria y a la presión mediática se produjo cuando lo convocaron en TVE para hablar de los encierros en la mañana del pasado martes. Con buenos modales y verbo fluido, el nieto de Ordóñez -linaje sanferminero- demudó a los periodistas que lo entrevistaban cuando reprochó al Gobierno de Sánchez haber discriminado la tauromaquia. Y haber vetado las corridas de la parrilla televisiva. La paradoja de estos sanfermines consiste en que TVE nos cuenta con detalle la carrera matinal, superando incluso el 60% de share a las ocho de la mañana, pero se abstrae del verdadero acontecimiento. Que no consiste en correr al amanecer, sino en quedarse quieto a las 18:30.

La pasión hacia el encierro en el espectáculo perfecto -una carrera limpia, olímpica, aséptica, sin sangre humana ni sufrimiento animal- degrada la relevancia de la corrida de toros en sí misma, independientemente de los llenazos con que los aficionados locales y foráneos han abarrotado la plaza.

Sacaron a hombros al mexicano Isaac Fonseca por su descaro y su valentía. Premiaron la ligazón y la quietud de Miguel Ángel Perera (tres orejas). Y suscribieron el faenón de El Juli a un bravo ejemplar de Jandilla.

Está celebrado el maestro madrileño sus 25 años de alternativa. Y lo está haciendo provisto de una lucidez y de una pureza cuya expresión artística -el temple, el poder- no contradicen ni la ambición de antaño ni la merecida leyenda de dominador. Se ha entregado El Juli en Pamplona con la afición de un novillero y con toda la envergadura de una primera figura.

La salida a hombros homologa la plenitud de Julián López, igual que reanima la candidatura de Ginés Marín en el debate sucesorio. No son pocos los toreros que hacen méritos a la sombra de Roca Rey -Castella, Luque, Tomás Rufo…-pero es el diestro extremeño quien mejor representa las cualidades del aspirante o del delfín: la hondura con la mano izquierda se añade a la enjundia de la verónica y a la facilidad con que maneja el estoque.

Triunfalistas han sido los sanfermines. Presidentes eufóricos en el palco. Desmesura de orejas. Desigualdad en el trapío. Han embestido mejor las corridas de figuras que las duras -Jandilla y Fuente Ymbro por encima de todas-, ha "cobrado" por todos la sangre de Fernando Robleñoy se ha reivindicado la clase obrera en la calidad y entrega de Borja Jiménez, aunque la edición de 2023 se exalta y se resume en un himno transtalántico que puede convertirse en el hit de la década: "Perú, Perú, Perú…".