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Cómo una minoría ultra llegó a controlar el Congreso de EEUU Wednesday, 04 October 2023


Desde hace unos años se hace difícil escribir sobre la política de Estados Unidos sin recurrir habitualmente a la palabra “historia”. Hace unas horas hemos visto a la Cámara de Representantes, por primera vez en la historia, deponer a su presidente mediante una votación. Kevin McCarthy se ha convertido así en el líder de la cámara más breve desde 1876, una conclusión no demasiado compleja de imaginar, ya que necesitó 15 rondas de votos para ser investido como speaker. El mayor número de votaciones requerido desde la Guerra Civil estadounidense, hace siglo y medio.

El responsable de esta maniobra ha sido el representante de Florida, Matt Gaetz; otra novedad, ya que Gaetz es republicano. Igual que McCarthy. Pero así son las cosas en un Congreso tribalizado. Gaetz se la tenía jurada a McCarthy, tildado de traidor, de veleta, de político de la “ciénaga” incapaz de respetar sus tratos. La negociación de McCarthy con la oposición demócrata para sacar adelante un acuerdo presupuestario enfureció a Gaetz y a algunos otros miembros de la pequeña, pero beligerante, facción ultra. Y decidieron desbancarlo. McCarthy fue derrotado con ocho de los votos de esta facción, más los votos de los demócratas, sabedores de que no hay que distraer al enemigo mientras este cava su propia tumba.

Foto: El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy. (EFE/Shawn Thew)
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Aunque Donald Trump ayudó a que se nombrase originalmente a McCarthy, y antes de la destitución había lamentado las luchas internas del partido en un mensaje publicado en TruthSocial, los que derribaron a McCarthy este martes por la tarde son los mayores adictos a la persona de Trump: los congresistas MAGA, acrónimo de Make America Great Again. Y la actuación mediática y personalista de Gaetz, que se retrató como campeón de los intereses del pueblo frente a la presunta corrupción de un miembro del establishment, lleva la marca de la casa del expresidente.

Pero la fulminación de McCarthy sólo es una de tantas batallas parlamentarias en un país donde ninguno de los dos grandes partidos puede ya conseguir una mayoría amplia con la que legislar. Lo cual exige aclarar una importante cuestión: ¿cómo de grande e influyente es la rama trumpista, o MAGA, del Partido Republicano?

Quizás la manera de responder a esta pregunta, más complicada de lo que parece, es a través de un estudio de las capas de la lealtad política. Empezaremos primero por la capa de abajo, la que conforman los votantes rasos del partido, y acabaremos por aquellos que representan a estas masas en todo lo alto: en el Congreso, en las gubernaturas y, potencialmente, de nuevo en la Casa Blanca en enero de 2025.

Foto: El presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., Kevin McCarthy (republicano), hace una declaración sobre las acusaciones que rodean al presidente de EE.UU., Joe Biden, y a su hijo Hunter Biden. (Reuters / Elizabeth Frantz)
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Hay varias maneras de medir el apoyo a Donald Trump entre las bases republicanas. Una encuesta de CBS News y YouGov refleja que el 65% de los votantes republicanos cree que el partido ha de mostrarse “leal” al expresidente, sobre todo en medio de cuatro procesos judiciales que podrían acabar en pena de prisión. Otro sondeo, del New York Times y Siena College, identifica las tonalidades de este apoyo: el 37% de los republicanos son trumpistas de núcleo duro; una proporción idéntica, 37%, se consideran “persuadibles”; el 25% restante “no está abierto” a respaldar a Trump.

En resumidas cuentas, la base trumpista del Partido Republicano suele calcularse en torno al 60% de los votantes conservadores. Una proporción capaz de mover montañas políticas, dado que está bien repartida por la geografía estadonidense y una parte sustancial de estos electores es más leal a Trump que al propio partido.

Es esta lealtad del votante a Trump la que lo protege de las críticas del aparato. Incluso cuando Trump intentó perpetuarse ilegalmente en el poder tras perder las elecciones, alentando un asalto al Capitolio, sólo 10 republicanos de la cámara baja tuvieron las agallas de apoyar el impeachment. En los meses siguientes, esta decena de republicanos fueron pasando por el matadero político electoral, cayendo ante sus respectivas circunscripciones de votantes. Sólo dos sobreviven en su escaño.

El desempeño de los candidatos trumpianos de las elecciones de medio mandato de 2022 estuvo por debajo de lo esperado

El enigma de este control de las bases electorales es si será suficiente para devolver a Trump a la presidencia en 2024. Según uno de estos sondeos, el 25% de los votantes republicanos “no está abierto” a apoyar a Trump. ¿Significa esto que preferirían a otro candidato presidencial, como Ron DeSantis o Nikki Haley, pero que, si al final Trump gana las primarias, lo votarían a él en lugar de a Joe Biden? ¿O significa que se quedarían en casa, o que, incluso, votarían a Biden?

El desempeño de los candidatos trumpianos de las elecciones de medio mandato de 2022 estuvo por debajo de lo esperado. Aún así, 90 de los aspirantes refrendados expresamente por Trump consiguieron un escaño en la Cámara de Representantes, por lo que técnicamente forman el 40% de la bancada republicana. De estos 90 congresistas, 80 simpatizan con la falsedad de que Trump ganó las elecciones de 2020. Y, dentro de esta cohorte, los más activos son aquellos englobados en el Freedom Caucus: la agrupación ultraconservadora donde está Matt Gaetz.

Así que esta sería la gradación política del trumpismo en la cámara baja: una mayoría temerosa de Trump, un 40% simpatizante, y una pequeña tribu de feroces activistas responsables de iniciar unilateralmente el proceso de investigación del impeachment contra Joe Biden y de bloquear toda una gama de leyes que no son de su gusto. La última, aunque no lo consiguieron, la de la partida presupuestaria.

La circunstancia que permite a estos activistas hacer palanca, como ha hecho Gaetz, es que los votantes de EEUU se han polarizado en dos bloques inamovibles: por eso las dos cámaras del Congreso se gobiernan con mayorías ajustadísimas. Porque ninguno de los dos partidos es capaz de crear mayorías amplias que les permitan gobernar sin caer en ruidosas luchas contra el rival o entre sus propias filas.

Ahora se abre una época, e aquí otra palabra habitual en la cobertura norteamericana de los últimos años, de “incertidumbre”. Para complicar las cosas, McCarthy anunció que no se volvería a presentar al puesto, echando por tierra las expectativas de sus seguidores: el 96% de los congresistas republicanos que votaron para mantenerlo como Speaker. Visto a posteriori, el camino hacia su caída fue allanado por él mismo. El propio McCarthy, para conseguir el puesto el pasado enero, aceptó la exigencia de Gaetz de rebajar el umbral de voto para destituir al presidente de la cámara. Ha sido gracias a este margen de apenas un voto que Gaetz pudo firmar esta sentencia de muerte política.

Pero eso ya es “historia”. De los nombres que suenan como candidatos al puesto, el más destacado es el de Steve Scalise, congresista desde 2008. Los márgenes ajustados de la cámara puede nuevamente dificultar esta elección, prolongar el caos y, en definitiva, dejar la actividad parlamentaria en el limbo. Inactiva. Inexistente.

Donde seguro que vieron la noticia con mayor preocupación es en Ucrania. Aunque el acuerdo presupuestario aprobado por republicanos y demócratas, que le costó el puesto a McCarthy, no incluía una nueva partida de asistencia militar a Kyiv, el rumor dice que McCarthy prometió a Biden que esta partida saldría adelante de forma independiente. Ahora McCarthy ya no está y Congreso se queda paralizado. ¿Quién aprobará, en estas circunstancias, más asistencia para los ucranianos? El nuevo presidente de la cámara, ¿qué pensará respecto a la ayuda militar? Sabiendo cómo se las gasta la facción ultra, ¿se atreverá a negociar este punto con los demócratas?

Un alto funcionario estadounidense citado por el Financial Times (4) dice que sólo quedan por entregar 5.000 millones de dólares en armas aprobadas para Ucrania. Si, como apunta el think tank CSIS, Ucrania gasta de media 2.700 millones de dólares en armamento al mes, el margen sería exiguo: Washington tendría que acordar ya partidas nuevas. De lo contrario, la maniobra de Gaetz podría tener consecuencias mucho más allá del manicurado paisaje monumental de la capital estadounidense.

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