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La paleta de pintor y la obra de Max Aub, ya en la Caja de Las Letras Monday, 24 July 2023

La paleta de pintor y la obra de Max Aub, ya en la Caja de Las Letras

Con este homenaje al autor de ‘La gallina ciega’ y ‘El laberinto mágico’ se cierra el año de conmemoraciones que arrancó en julio de 2022 con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento


La paleta con la que Max Aub pintaba los cuadros de Jusep Torres Campalans, un pintor tan único que había salido de su magín -llegó a escribir una biografía del artista-; unas impresiones de ‘El Correo de Euclides’, que el escritor solía enviar a sus amigos y conocidos para felicitar la Navidad; un ejemplar de ‘Lira perpetua’, el libro que recomendaba leer «a los treinta y tres años de casados»; el ‘Proyecto de Teatro Nacional’ que presentó al presidente de la República Manuel Azaña; una primera edición de ‘Los crímenes ejemplares’, el primer número de la revista ‘Sala de espera’, un ejemplar de ‘Luis Álvarez Petreña’ y las primeras ediciones de títulos como ‘La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco’, ‘Diario de Djelfa’, ‘El laberinto mágico’, la serie ‘Campos’, ‘Cuentos ciertos’ y ‘Ciertos cuentos’.

Desde este mediodía descansan ya en la taquilla 901 de la Caja de las Letras, que esta mañana recibía el legado ‘In memoriam’ del autor, una de las principales figuras de la literatura española en el exilio y que dio dimensión internacional a la Guerra Civil española, de la mano de su nieta Teresa Álvarez, presidenta también de la fundación que lleva su nombre, en un homenaje junto al director del Instituto Cervantes, Luis García Montero y la escritora Marta Sanz, que ejerció como testigo de honor.

Novelista, dramaturgo, poeta y crítico español de origen francés y alemán Max Aub Mohrenwitz (París, 1903 – México D. F., 1972) fue un autor prolífico que dejó una obra llena de un humor lúcido y una certera crítica de su tiempo. Siendo un niño, su familia se trasladó a España y en los años veinte empezó a escribir teatro experimental. Preocupado desde su juventud por la realidad social y política de España se comprometió con la República y colaboró con el escritor francés André Malraux en la película sobre la Guerra Civil ‘Sierra de Teruel’ (1945).

En 1942 llegó a México como exiliado, tras pasar por campos de concentración en Francia y Argelia. Allí se ganó la vida gracias al periodismo y al cine ejerciendo de autor, coautor, director y traductor de guiones. En el exilio escribió lo mejor de su obra: las seis novelas y los numerosos relatos que constituyen ‘El laberinto mágico’, otras dos grandes novelas con tema español (’Las buenas intenciones’ y ‘La calle de Valverde’) y su obra más traducida, ‘Jusep Torres Campalans’, biografía de un personaje inventado por el escritor.

Arriba, Marta Sanz, Luis García Montero y Teresa Álvarez, frente a la puerta acorazada. Debajo, la obra y los objetos personales legados y la caja 901. EP
Imagen principal — Arriba, Marta Sanz, Luis García Montero y Teresa Álvarez, frente a la puerta acorazada. Debajo, la obra y los objetos personales legados y la caja 901.
Imagen secundaria 1 — Arriba, Marta Sanz, Luis García Montero y Teresa Álvarez, frente a la puerta acorazada. Debajo, la obra y los objetos personales legados y la caja 901.
Imagen secundaria 2 — Arriba, Marta Sanz, Luis García Montero y Teresa Álvarez, frente a la puerta acorazada. Debajo, la obra y los objetos personales legados y la caja 901.

Autor de innumerables cuentos y obras teatrales, varios libros de ensayos literarios y una historia de la literatura española, la censura no permitió que se publicara nada de Max Aub hasta bien entrada la década de los sesenta. Con el homenaje, se cierra el año de conmemoraciones que arrancó en julio de 2022 con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. y los 25 años de la constitución de la Fundación Max Aub, entidad reconocida con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes en diciembre de 2021.

Su nieta, Teresa Álvarez, se mostraba convencida este lunes de que a su abuelo le hubiese gustado el acto «por ser el instituto que lleva el nombre de su admirado Cervantes y por ser la institución que se ocupa de cuidar la lengua que eligió como propia, que tanto quiso, cuidó y se esforzó en conocer y dominar». Poco antes de mostrar los objetos que legaría a la Caja de las Letras, Álvarez dio las gracias al Instituto Cervantes «por tenerle presente con admiración, respeto y cariño y gracias por este acto de justicia que es recordarle».

Una idea esta de la que ya habló García Montero en una intervención inicial que comenzó con una cita al escritor: «Porque se escribe para quedar y si no se consigue, nada tiene sentido. Podría vivir con solo vivir, sin embargo escribo, paso la vida pensando qué escribir para quedar». Decía el director del Instituto Cervantes que en aquellas reflexiones «no había vanidad ninguna, lo que había era conciencia de la historia y de la dignidad humana. Quedar significaba mantener la memoria, quedar es una forma de buscar arraigo y de tener un sentido digno de pertenencia».

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