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Irán eleva la tensión con el secuestro de un barco israelí Saturday, 13 April 2024


El riesgo de extensión del conflicto de Oriente Medio dispara las alarmas y lleva a Tel Aviv y Washington a aumentar los niveles de alerta ante un probable ataque de Teherán


María Rego

Sábado, 13 de abril 2024, 22:21

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Irán parece dispuesto a desafiar a Israel y a Occidente, y este sábado volvió a alimentar los temores sobre un inminente ataque contra el Estado judío en represalia por el bombardeo sobre su embajada en Damasco, donde el pasado 1 de abril murió más de una decena de personas. No hubo respuesta sobre territorio hebreo –todavía, porque la Inteligencia de EE UU y el propio Joe Biden insisten en que ocurrirá «más pronto que tarde»–, pero la república islámica dio un serio aviso sobre sus intenciones con el secuestro de un carguero vinculado a una compañía israelí que navegaba muy cerca del estrecho de Ormuz, que separa el país persa de Emiratos Árabes Unidos. La Guardia Revolucionaria persa, que perdió a siete de sus miembros, entre ellos varios generales, en la acción contra el consulado en la capital siria, fue la responsable de la operación, que Tel Aviv calificó de acto de piratería.

El buque ‘MSC Aries’, con bandera de Portugal y veinticinco personas de nacionalidad filipina a bordo, se encontraba a unas setenta millas del estrecho de Ormuz cuando fue interceptado por Irán con un helicóptero. Entre todos los barcos que cruzan este paso marítimo estratégico para el transporte global, y el tráfico de petróleo y gas natural en particular, el régimen de los ayatolás se fijó en este carguero de contenedores por su conexión con el Estado hebreo. Una parte de Zodiac Maritime, la compañía con sede en Londres a la que está ligada la nave, es propiedad del multimillonario Eyal Ofer, que antes de la pandemia poseía el título de hombre más rico de Israel. La naviera italo-suiza MSC confirmó lo ocurrido y afirmó estar «trabajando estrechamente con las autoridades pertinentes para garantizar el bienestar y el regreso a salvo» de la tripulación.

El Gobierno de Benjamín Netanyahu no tardó en poner en alerta a la comunidad internacional sobre el incidente porque el carguero –«civil», subrayó– pertenece «a un miembro de la Unión Europea». «El régimen del ayatolá Jamenéi es un régimen criminal que primero respalda a Hamás y ahora se dedica a efectuar operaciones piratas en violación del Derecho Internacional», denunció el ministro de Exteriores judío, Israel Katz, consciente de la preocupación en la región y fuera de sus fronteras por la escalada de la tensión entre Irán e Israel, que atraviesan uno de sus momentos más delicados en el casi medio siglo de guerra silenciosa que mantienen ambos países. La última vez que su enfrentamiento pareció llegar a un punto de no retorno fue hace sólo tres años, en 2021, cuando Tel Aviv y Teherán se acusaron de ataques en el golfo de Omán y el mar Rojo, respectivamente, contra barcos de su propiedad.

Ahora, la mirada está puesta en una posible acción de Irán sobre territorio israelí cuya aparente inminencia –la Inteligencia norteamericana apuntó a este mismo fin de semana– llevó a Estados Unidos a desplegar ayer más tropas en la región y a su presidente, Joe Biden, a interrumpir su fin de semana en Delaware, donde tiene su casa particular, para regresar a Washington y «consultar con su equipo de seguridad nacional sobre los acontecimientos de Oriente Medio», explicó la Casa Blanca. «No quiero hablar sobre información clasificada, pero tengo la expectativa de que va a ocurrir más pronto que tarde», reconocía el viernes el mandatario, que en los últimos días ha reiterado su apoyo «férreo» a Netanyahu ante las reiteradas advertencias de la república islámica. También Israel se pronunció ayer en esa línea al asegurar su ministro de Defensa, Yoav Galant, que se «vigila de cerca» –con el monitoreo del espacio aéreo– un ataque «planificado» por parte de Teherán y sus aliados. Hezbolá, uno de los grupos afines al régimen persa, sufrió precisamente un bombardeo por parte del ejército hebreo contra uno de sus grandes complejos en el sur de Líbano horas antes.

El enfrentamiento entre Israel e Irán que ahora parece estar a punto de estallar con consecuencias difíciles de prever dentro y fuera de la región lleva décadas cultivándose, casi siempre en la sombra. Fue en 1979, con la revolución islámica que llevó a los ayatolás al poder persa y acabó con el imperio de los shas, cuando la cordialidad entre ambas naciones saltó por los aires y Teherán pasó también de ser uno de los principales aliados de Was-hingtonen Oriente Medio a marcarlo como uno de sus grandes enemigos. El «gran Satán» le llama. Ayer, la Casa Blanca le recordó que «la captura de un buque civil sin provocación previa es una flagrante violación del Derecho Internacional», en referencia al episodio del estrecho de Ormuz, y ofreció a Tel Aviv su «apoyo inquebrantable» para defenderse de las posibles represalias del régimen iraní, que clama venganza desde hace dos semanas por lo ocurrido con su consulado en Siria.

En «pánico total»

Daniel Hagari, portavoz del ejército hebreo, retrató este sábado la angustiosa cuenta atrás que vive el país desde entonces. En una intervención televisada comunicó que todas las fuerzas armadas se encuentran en máxima «alerta» y que docenas de aviones militares «están ya en el cielo». La población no es ajena al delicado escenario y entre las últimas medidas aprobadas por el Ejecutivo de Netanyahu ante la amenaza iraní que afectan a los civiles destacan la limitación del aforo en las reuniones al aire libre a un millar de personas, la clausura de las playas y la suspensión de la actividad educativa y de los viajes escolares programados para los próximos días, cuando además se celebra el Pesaj (la Pascua judía, a partir del lunes 22).

La preocupación se extiende asimismo por la comunidad internacional, que esta semana intensificaba los contactos diplomáticos con Teherán para evitar un nuevo conflicto, con cierres de embajadas en la capital persa –como la de Países Bajos– o la recomendación de no visitar la región que emitieron Rusia y Francia y a la que se sumaron ayer Canadá o Alemania. El consejero del líder supremo de Irán, Yahya Rahim Safavi,no ocultó su satisfacción por la situación:«Desde hace una semana, los sionistas están en estado de pánico total y en alerta. Tanto ellos como sus aliados están aterrorizados».

Oriente Medio es un punto caliente desde hace años pero la guerra en Gaza, que ha causado 33.686 víctimas mortales, según el Ministerio de Salud de Hamás, ha complicado aún más este escenario, donde Israel e Irán –que asumió la causa palestina como una de sus banderas desde la llegada de los ayatolás– no hacen más que alejar sus posiciones. El conflicto en Siria también remarcó su rivalidad, con Teherán del lado del presidente Bashar al-Ásad y Tel Aviv convencido de que el país árabe servía de ruta para que los iraníes enviaran recursos de todo tipo a Hezbolá en Líbano. Pero si hay una cuestión que ha elevado la tensión entre ambas naciones es la cuestión nuclear, con asesinatos de científicos que trabajaban en el programa atómico de la república islámica y que los ayatolás atribuyeron siempre a su enemigo hebreo.

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