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Llega el verano y los niños salen de su hábitat escolar para poblar las piscinas y las playas, disfrutando de unas vacaciones bien merecidas. El complemento que jamás puede faltar, aparte de la crema de protección solar, es el bañador, o un par de quita y pon. Sin embargo, el tiktoker y divulgador de consejos sanitarios y de seguridad con más de dos millones de seguidores, Miguel Assal, ha advertido de un peligro que esconden los bañadores de varón.

“Un peligro de los bañadores que no conocías y que tienes que saber”, comienza diciendo en su vídeo, que acumula casi 70.000 “me gusta”. Primero, explica que este problema solo afecta a los bañadores de hombre y niño que tienen forma de pantalón y cuentan con una redecilla interior. Esta redecilla es la culpable de cientos de problemas cada verano.

La redecilla, de color blanco y de tejido transpirable, se coloca como segunda capa dentro de los bañadores tipo bermuda para hacer las veces de calzoncillo. De esta forma, el bañista no necesita colocarse la ropa interior bajo el bañador. Además, esta redecilla seca muy rápido, ayudando a prevenir la proliferación de humedades y hongos. Si es tan útil, ¿por qué es peligrosa?

El peligro de la redecilla

Miguel explica que incluso los modelos más caros de bañador masculino tienen esta redecilla incorporada. El problema concreto radica en el tamaño de los agujeros de la red, que “son capaces de causar el síndrome del torniquete”. Estos agujeros, cuando son de tamaño mediano, pueden generar un atrapamiento de prepucio y escroto.

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“Esto afecta sobre todo a los niños, a tus hijos”, concreta. Y explica que, “cuando entran en el agua, al contraerse sus partes, tanto el prepucio del niño como la piel del escroto, pueden quedar atrapadas por estos agujeritos, provocando ese llamado síndrome del torniquete”.

Para evitar este accidente, recomienda usar los bañadores de licra o que cuentan con una redecilla con agujeros más pequeños, que se asemeja más a un paño, evita que pueda haber un atrapamiento y que “transpira y seca igual”. Miguel no da la voz de alarma sin motivo, ya que él mismo ha tenido que atender a niños sufriendo un atrapamiento, y a los que no ha podido liberar, requiriendo cirugía al tratarse de una zona muy delicada.