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’La mesías’: la última consagración (otra más) de Los Javis Friday, 29 September 2023


Fenómenos paranormales como el de La mesías son inhabituales en la ficción española. Nadie jamás en ningún lado pidió una serie sobre un grupo cantor de niñas beatas. Nadie ha sabido combinar tan bien el kitsch milénico con la revisión de los mitos pasados como Javier Calvo y Javier Ambrossi. Siempre desde el respeto, desde la empatía, desde el rechazo al relato unívoco y oficial de los mismos. Porque La Veneno no sólo era puta, transexual, la mona de feria que vendió la televisión. La Veneno también era una mujer maltratada, el producto de la pobreza, de la España hambrienta e iletrada a su pesar. La Veneno era, sobre todo, una persona. Que a veces se nos olvida. Ahora en La mesías, la nueva serie de Movistar+ que acaba de presentarse en el Festival de San Sebastián y que se estrena el próximo 11 de octubre, Los Javis nos presentan otro personaje complejo e incómodo nacido de la intersección entre la tradición patria y la cultura televisiva.

Si a la fotografía de la familia ideal de Bienvenidos a la casa de muñecas de Todd Solondz le añadimos una profunda empatía por la especie humana, la trasladamos a la Girona rural de los noventa, ausencia absoluta de control de natalidad y añadimos revelaciones divinas al estilo Palmar de Troya, todo a ritmo de Hidrogenesse, el resultado se parecería bastante a La mesías.

Cuando el grupo musical ultracatólico Flos Mariae saltó a la fama internetera en 2012, los medios encontraron otra veta que explotar en su parada de los monstruos habitual. Un grupo de hermanas -de una familia de 16 hijos- que habían elegido la música para hacer llegar la palabra de Dios. Como si algo en la decodificación de los códigos de la cultura pop se hubiese perdido por el camino, como si nunca hubiesen tenido contacto directo con sus contemporáneos, las hermanas utilizaban la electrónica, el vestuario de colores vivos, las rimas fáciles, los bailes repetitivos, todo ello pasado por un lavado de agua bendita y estética piadoso-juvenil. Unas alienígenas de su propio tiempo.

Pero, ¿qué hay detrás de la mofa? ¿Qué hay detrás de las letras edulcoradas y la piedad extrema? ¿Qué hay detrás de una anomalía tan extrema? Y esa es la pregunta que parece haber movido a Javier Calvo y Javier Ambrossi para contar la historia de La mesías, la matriarca de, en este caso, Estella Maris, el nombre con el que han bautizado a sus sosias de las Flos Mariae. Y en su retrato, los cineastas han llegado mucho más lejos y mucho más profundo que en sus anteriores trabajos, con una serie que juega todo el rato con el reverso dramático del anverso cómico. La mesías es su proyecto más ambicioso, no sólo por medios, por duración -siete capítulos de más de una hora de duración cada uno-, por riesgo formal y narrativo, sino por la construcción de unos personajes atravesados por la herencia familiar, una herencia emocional y psicológica que les impide ser libres.

Ana Rujas es Montserrat en ‘La mesías’. (Movistar )
Ana Rujas es Montserrat en ‘La mesías’. (Movistar )

La cuestión familiar es un tema recurrente en la filmografía de Los Javis: la familia como estructura disfuncional, a veces elegida, a veces impuesta, a veces soporte y a veces lastre. Al igual que en Veneno, en La Mesías sus creadores han construido una tragedia familiar en tres actos y en tres tiempos entretejidos. Y lo hacen desde la mirada de Enric (Roger Casamajor) e Irene (Macarena García) en sus versiones adultas, dos personajes que huyen de un pasado familiar tormentoso, relacionado -no sabemos al principio cómo-, con las integrantes de Estella Maris, las protagonistas de un vídeo musical viral. Estamos en 2013 y Enric, un ayudante de cámara de una pequeña productora de cine, se topa en la televisión con dicho vídeo musical. Y eso activa una regresión a un pasado del que lleva años huyendo.

En el segundo hilo temporal, en los años 80, Montserrat (Ana Rujas en el papel de su vida) es una joven temperamental madre de dos hijos pequeños, Enric e Irene. Casada muy joven y cansada de las disputas (malos tratos) con su marido, Montserrat decide marcharse con sus hijos y buscarse la vida por su cuenta. Son las contradicciones las que hacen enormes a los personajes escritos por Los Javis: en el personaje de Montserrat, que es creyente, conviven la madre dolorosa, la puta, la loca, la jeta, la santa.

Javier Ambrossi y Javier Calvo podrían haber caído en el retrato zafio de una mujer hipersexualizada e inestable que descuida a sus hijos, pero los directores siempre buscan entender a sus personajes, no dar por hecho a los personajes ni someterlos al capricho de una biografía reducida. Siempre con una mirada humana y a los ojos consiguen que comprendamos que el más terrible de los villanos tiene un origen y un dolor. Y en el caso de Montserrat encontramos sólo a una mujer en busca, como dice ella, "de una buena casa, de un buen hombre y de paz". De sentirse querida y elegida. Y de una misión.

Lola Dueñas como la Montserrat que escucha la voz de Dios. (Movistar )
Lola Dueñas como la Montserrat que escucha la voz de Dios. (Movistar )

En tercer tiempo traslada la historia a los años 90, con los adolescentes Irene y Enric, que viven en esa buena casa, con un buen hombre y con su madre habiendo hallado la paz. O al menos sus versiones aberradas. Ahí Lola Dueñas toma el testigo de Ana Rujas en el papel de Montserrat. Y Albert Pla como su nuevo marido. Y a partir de aquí no desgranaremos más para que el espectador vaya componiendo el puzle que una a Enric, Irene, Montserrat y las Estella Maris. Y acompañamos a Montserrat en su descenso a la locura.

La propuesta narrativa de Calvo y Ambrossi evita los subrayados y exige al espectador -al que trata de inteligente- que intente anticiparse y rellenar los huecos de la biografía de los protagonistas. Los directores demuestran haber crecido en la complejidad de los personajes, la madurez del acercamiento a cuestiones como la de los abusos, las enfermedades mentales, la fé, el fanatismo, la explotación infantil, la línea tan difusa entre la creencia y la locura, y, sobre todo, han encontrado un tono muy personal, más sombrío que en sus trabajos anteriores, pero en los que sigue habiendo mucho espacio para la ironía, para el humor y para la fantasía. No es que haya ecos de Xavier Dolan en La mesías, sino que la serie de Movistar+ podría presentarse como prima hermana de La noche que Logan despertó, mirándose de igual a igual.

Porque la voz autoral de Ambrossi y de Calvo es la de unos creadores inconformistas, que siempre buscan el más grande, el más lejos, el más profundo, que apelan distintas sensibilidades intergeneracionales -y pensábamos que irreconciliables- y que se han convertido en los cronistas de la España disfuncional, que es, al final, la más interesante.

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